lunes, 5 de junio de 2017

La calle más justa para Alfonso Berraquero



No me cabe la menor duda. Si el maestro Alfonso Berraquero volviera a vivir y supiera que su nombre ha sido objeto de dos polémicas ciudadanas en solo cinco meses, volvería a morirse.
Enemigo acérrimo del onanismo artístico, de la megalomanía y de la lisonja para bien o para mal. Del protagonismo de los atriles que tanto atrae a muchos de los gremios que lo rodearon en su vida, ahora estaría desconsolado y asqueado.
Primero porque contemplaría atónito como en diciembre surgía la polémica sobre el destino de sus restos, los de un Predilecto de La Isla que tuvo su hogar familiar en Bonifaz y en la Pastora el de sus hijos e hijas que esculpió sin que nadie vaya a saber jamás qué se le podía pasar por la cabeza y las manos a un artista de esta categoría cuando golpeaba la gubia entre el humo del omnipresente tabaco, a las dos de la madrugada, o al despertar a las siete antes de marchar a dar clases. 
Ahora, el enfrentamiento se suscita por la calle que se le quiere dedicar. Una petición popular, de las que vienen de la Pastora, es decir, popular intrínseca, legítima. Palabra de La Isla. Digo que una solicitud que venía canalizada para pedir que la calle Maldonado pasara a rotularse con el nombre del genio isleño. A él ya a priori le hubiera horrorizado esta petición, pero sus amigos creen, creemos, que las calles donde nos movemos cotidianamente se convierten en la extensión de nuestros hogares si estamos hablando de la Pastora. Porque de Ancha o Jesús de la Misericordia, de Hernán Cortés o San Dimas al altar de la Virgen de la Salud o al Nazareno de La Pastora solo hay un pasillo marcado por cierros y mosaicos, por morera vieja hacia espadaña y una puerta en el corredor que da a la cocina de Rosa y el Churre. No sé si me entienden los de la nueva política, los comuneros del siglo XXI que venían a romper con todo y finalmente se han metido en el casting de El Ministerio del Tiempo para rescatar la memoria de Maldonado. New Deal podemita, con un desorientado e innecesario as en la manga para borrar de un plumazo al fundador de la Marina castellana y volver locos a ochenta vecinos de la calle Bonifaz. Al final, en esta Isla inmovilista, en cuyo barrio más añejo no hay calles dedicadas a fascistas sino a santos, heroínas de la libertad y maestros de la Carraca, hasta los revolucionarios vienen a hacer la revolución con cabecillas del medievo y extraña soldadesca de compañeros de cama, donde aparecen como héroes de la causa comunera quienes han borrado de la faz política de la tierra, de parlamentos y plenos, a una izquierda clásica, secundados por sus propias víctimas posando en la foto. Paradójico.
Es lógico y legítimo que la gente que ha querido a Alfonso de verdad reclame la calle Maldonado para él. Tienen claro que si Berraquero hubiera nacido en Sevilla, en Madrid o vaya usted a saber dónde, lo menos que hubiera sido para la historia, con todo lo que ello supone de honor, es tener el título de Hijo Predilecto de la ciudad que lo vio nacer. Es la calle donde está la hermandad que él ha engendrado, donde ha pasado muchas veladas trabajando por sus titulares, de Bonifaz a la Pastora y de la Pastora a Maldonado. Está en el barrio que se siente orgulloso del artista y de quien en vida, que todo hay que decirlo, sufrió los ataques torticeros de envidiosos y criticonas pertrechados tras teclados desde donde han vomitado la mierda que llevan, la mierda que son. Esta Isla es jodida para eso y para entender que por la calle del "ya voy", se va a la casa del "nunca", que decía Cervantes. Así que es ahora el momento de inmortalizar en el callejero, sin más dilación, a quien con seguridad hubiera tenido ya una casa-museo en el Soho de Nueva York o un recoleto pasaje en Montmartre. Y es que allí, por lo pronto, Juana La Loca no tuvo nada que hacer.

domingo, 28 de mayo de 2017

Mi primera banda sonora rayada. Georges Delerue y 'Ana de los mil días'


Tal día como hoy, el 28 de mayo de 1533, el arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer declaraba válido el matrimonio de Enrique VIII de Inglaterra y Ana Bolena. 
Recuerdo de pequeño tener en mis manos un disco recopilatorio de bandas sonoras que era de mi padre, y entre sus temas, estaba el de 'Ana de los mil días', la pelicula de Richard Burton y Geneviève Bujold. Nunca creo haberlo confesado, pero la música compuesta por Georges Delerue para este filme fue la primera banda sonora de la que tuve constancia musical en mi infantil cabeza. Antes de Superman, Memorias de África y todas las que ya hemos hablado mil veces que despertaron nuestro particular mundo cinematográfico-musical. 
Machaqué mil veces aquel tema de Delerue hasta rayar el disco, lo que me provocó una cierta reprimenda pero me dio alas para 'robarlo' y quedarme con él hasta hoy. Ahí lo tenéis en la foto. 
 Tantos años y tanto uso que hubo que hacerle una carpeta nueva de manera chapucera para que sobreviviera desde que en 1971 llegara a mi casa. Así que, aunque sueñe extraño, cuando escucho hablar de Ana Bolena me acuerdo de la primera banda sonora de la que tengo constancia. 
Georges Delerue siempre me pareció un olvidado entre tanto nombre americano y también europeo, en cuyo cine de décadas pasadas parece que solo existe el nombre de Morricone. Francia ha dado grandes compositores que parecen inmerecidamente olvidados. 
Aquí os dejo el enlace al tema de 'Ana de los mil días' incluido en el disco de Orlador, ¿quién no ha tenido un Orlador en su casa?


martes, 23 de mayo de 2017

Roger Moore y James Bond


Me apena lo de Roger Moore, lógicamente. 
Creo que lo recordaré más por 'El Santo' que por sus papeles de 007, entre otras cosas porque aborrezco el personaje de James Bond. Pocos registros tan pobres ha habido en el cine para un protagonista como el de este tipo impoluto, machista e imposible, capaz de mirar hacia un lado y usar y tirar a una mujer. Ya el malo malísimo hará las explosiones y ahí se acaban sus películas. Eso sí, nos llevamos semanas, meses, años con la canción de Durán Durán de 'Panorama para matar' en la cabeza. 
Cuando las peleas eran porque a las niñas les gustaba Simon Le Bon o Martin Kemp, decíamos que eran maricas y que su música era una porquería. Ains.

viernes, 12 de mayo de 2017

Monoteísta de Alien y de Carlo Rambaldi


Cruzo los dedos ante el nuevo Alien de Ridley Scott. Pero lo mío es una tortura desde hace décadas. En realidad solo me gusta la primera, la obra maestra. No la defiendo por lo ya conocido: su atmósfera vacía, asfixiante, la música inconmensurable de Jerry Goldsmith al servicio de la imagen, la ejemplar medida del tiempo narrativo para exponer ante nuestros ojos un grupo supervivencial que muta en su comportamiento, un ángel exterminador espacial que mediatiza el triunfo de una inesperada naturaleza: la de una mujer enfrentada y victoriosa ante un ser que no se ve nunca, hitchcockiano a lo brutal.
Alien, como expuse durante años, era la historia de un único ser, de un dios ignoto que, en la esencia y clave explicativa del filme, reflejadas en las palabras de Ash antes de ser abrasado por el lanzallamas de Yaphet Kotto,carecía de remordimientos, por encima de cualquier otra forma de vida. "¿Tú lo admiras?". A la impecable técnica cinematográfica con la que se nos presenta el protagonista se une el concepto existencial de un ser superior oscuro, cuyo desarrollo en las siguientes partes degenera, con la desgracia que ello supone para los que deseábamos ahondar en el sentido de su asesina supervivencia. La secuela 'Aliens', que ensimisma al personal por su intachable estética, no fue para mí sino una legión de boínas verdes contra lo peor que podía haber ocurrido: multiplicar al ser elevado a los altares en el filme originario. Ya no era único, eran un batallón de animales del espacio sin otro objetivo que atacar, luego en sucesivas partes criar... y ahí quedó todo. Una pena. 
A pesar de esta frustración por la saga, y de ahí mi suplicio, cada vez que se estrena una nueva parte de Alien me pongo nervioso y la espero con ansiedad. Es algo inexplicable. ¿Atracción por el mal cinematográfico? ¿Sumisión a la estética? ¿Autoengaño? 
Mañana sábado buscaré un hueco para ver el nuevo invento de Ridley Scott, sin mayor pretensión que disfrutar. No es conformismo. Es, simple y llanamente, que la maestría y la orientación expiró en los créditos finales de aquella jodida joya de 1979 cuando el monoteísmo espacial dio paso al más vulgar politeísmo criaturístico. 
Este rollo venía a cuento porque me acuerdo mucho de Carlo Rambaldi cada vez que se estrena una nueva Alien. Conocí a Rambaldi en Barcelona y me enseñó una serie de bocetos de sus creaciones que me dejó fotografiar, como la cabeza de Alien y el brazo de King Kong para la película de John Guillermin. Si os fijáis en las fotografías, las palabras de su puño y letra están en italiano. Me comentaba en la entrevista que nunca tuvo ni puñetera idea de inglés ni interés alguno en aprenderlo. Se entendía con Spielberg para hacer ET como ambos podían. De su relación con Scott en este sentido no me habló, me imagino el plan de ambos :-) Tengo que rescatar la cinta cassette para recordar las cosas que me dijo y un día con tiempo os lo cuento de nuevo, esta vez por aquí. 
A Carlo Rambaldi, con Oscar incluido, creador y artesano abrumador, también hay que respetarlo. No estoy seguro de que con tantas partes se le haya guardado respeto a su criatura. Un gran abrazo donde estés en el cielo, maestro.

domingo, 30 de abril de 2017

Roger Waters publica su primer disco tras 25 años y vuelve a surgir la comparativa con Gilmour

Roger Waters, quien fuera líder de Pink Floyd hasta 1982, publicará el próximo 2 de junio su último disco, 'Is This the Life We Really Want?'. 
El último trabajo de Waters fue 'Amused to Death', en 1992. Hace ya nada menos que 25 años. En todo este tiempo, además de alguna que otra producción, ha realizado giras con especial atención a 'The Wall', aquella obra capital del rock -psicológico, más que psicodélico- del que tiene los derechos para llevarlo a escena a pesar de que el álbum sea de Pink Floyd con David Gilmour a la cabeza desde el divorcio producido tras 'The Final Cut', aquella tercera parte inconfesa de 'The Wall', aun más introspectiva y que 'sonaba a Waters' más que nunca. Estamos hablando de un disco de 1983. Con el primer single ya sonando en internet y en las emisoras (lo puedes escuchar abajo, tras este texto), los comentarios y de nuevo los partidarios de Waters y Gilmour han resucitado aquellas batallas por considerar mejor a uno u a otro. 
Me resulta llamativo con cuánta firmeza algunos consideran a Waters como el alma de Pink Floyd y el único creador de su estilo. De igual manera creo que se equivocan quienes lo menosprecian al considerar que el sonido Floyd está en la guitarra de Gilmour. En tantos años escuchando toda la discografía de Pink Floyd, no soy capaz de quedarme con uno de los dos porque, sencillamente, no veo la necesidad de hacerlo. Creo que el talento creativo de Waters en el grupo se reflejaba perfectamente en una música más átona, sórdida, introspectiva, con un desarrollo conceptual de los álbumes muy narrativo como conjunto de canciones que narran una historia, como 'Animals' o 'The Wall', mientras que Gilmour aporta el espíritu de ejecución de 'Wish You Were Here' y la más que notable composición de temas que los puristas de Waters rechazan injustamente de la etapa post Waters. Lo siento por ellos, pero 'High Hopes' o 'Marooned' de 'The Division Bell' (1994) son dos obras maestras. 
De modo que continuar en la pugna por darle la vitola de propietario a Pink Floyd a Waters o a Gilmour es una tarea tan estéril como innecesaria. Jamás hubiera habido grupo sin cada aportación individual de estos dos grandes monstruos de la música, con especial aportación al sonido Floyd de Nick Mason y Richard Wright. 
El último disco en solitario de David Gilmour, 'Rattle That Lock', supera con creces unos niveles musicales actuales de franca mediocridad. Compararlo con lo hecho por Pink Floyd hace treinta, cuarenta años, es absurdo. Y lo que ahora queda por disfrutar es lo nuevo de Roger Waters. Su sencillo 'Smell the Roses' suena brutal. Esa música que hoy no se hace, sinuosamente sucia y compacta, conceptualmente recordatoria del 'Have a Cigar' del 'Wish You Were Here', en donde lo más floydiano de Waters aparece a partir del minuto 2 estallando en la aparición de una guitarra que, aislada, a ver quién es el fan que es capaz de no creer que forma parte fugaz de 'On and Island' de Gilmour. 
Lo siento por ambos y los felicito a la vez. Dos genios por eso mismo irreconciliables y siempre esperados.
(La foto que encabeza este texto no es, evidentemente, ni la carátula ni nada oficial relacionado con Roger Waters. Está basada en una foto mía hecha en San Fernando, nunca se sabe, quizá si algún día le llega le gusta y me convierto en un nuevo Storm Thorgerson :-P)


jueves, 6 de abril de 2017

Tengo que acordarme de contárselo...


Hace dos años, a las puertas de la Basílica de la Macarena.
En su mano derecha, la estampa del Señor de su devoción. En la izquierda, dejada caer sobre la manta que protegia sus piernas del frío, una ramita de azahar.
No supe quién era. Durante unos minutos permanecí contemplándola frente a frente, imagino que sería un familiar o alguien muy allegado quien, tras ella, estaba al tanto de su silla de ruedas. 
Ni siquiera se percató de que yo la miraba. En realidad, le sobraba todo lo que tenía alrededor. Miraba fijamente la fotografía sin pestañear y no soltaba la rama. ¿Qué se le pasaría por la cabeza? ¿Cuántas vivencias? ¿Estaría pidiendo algo?
 Espero volver a verla y que siga entre nosotros para de nuevo mirar a su Cristo dentro de siete días. "Tengo que acordarme de contárselo", que decía Karen Blixen como frase con la que finalizaba la grandiosa 'Memorias de África'.

domingo, 26 de marzo de 2017

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto



No me entusiasmó 'La La Land' como ya escribí en su momento. Su éxito era previsible aun entre los que no muestran especial predilección por los musicales. En una etapa negra en el cine y en lo social, en una era de depresión desorientativa, la película de Damien Chazelle se convierte en el mejor ejemplo de un New Deal de la industria cinematográfica americana por hacernos felices a corto plazo con canciones pegadizas y rewinds al gusto del consumidor. Metadona en celuloide para calmarnos durante un tiempo impredecible. Lo que queda para la posteridad es un fenómeno más aceptado por su mediatización que por la calidad inmortal que deben tener las grandes obras.
Dicho esto, me resulta incomprensible que, ante el musical mentiroso del año, aparezca como vencedor un auténtico truño con ciertas excelencias en una dirección documentalística para hacernos llegar una historia como si fuera la de tu mismo vecino. Pero cuesta trabajo pensar que, cuando solo 23 años antes estábamos discutiendo si la mejor película del año era 'La Lista de Schindler', 'En el nombre de padre' o esa joya maltratada de 'Lo que queda del día', el cine haya caído enteros de tal manera hasta bajar a los infiernos así.
Si 'Moonlight' fuera española, la hubiera rodado Almodóvar, el protagonista hubiera sido gitano y en lugar de los bajos fondos de Miami el entorno de la ¿acción? fuera las tres mil viviendas de Sevilla por poner un ejemplo, el mundo entero, y especialmente en España, hubiera crucificado la película. Tiene que haber un misterioso motivo por el que este peñazo se ha llevado el Oscar a mejor película del año, aparte de la reivindicación social a ciegas que del temita quiere ahora mostrar el culturetismo norteamericano.
Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto es el perfecto epitafio para dos contrincantes diluidas en el océano de casi cien años de premios en sus peores momentos.

Pinchar aquí para leer la crítica de 'La La Land'
 

jueves, 23 de marzo de 2017

De generalidades y prejuzgamientos


"Me acuerdo ahora de algo que presencié en el Hotel de la Ville, en Roma: al salir de mi habitación, en el pasillo, me encontré al director del hotel, a la camarera de pisos, a un par de huéspedes y a un botones estudiando un rastro de mierda que salía o entraba en el ascensor. 
Allí estaban, seriecísimos, intrigados por el indecente fenómeno e intentando identificar al autor de aquella indecencia: «Quien sea, ha empezado a cagar dentro del ascensor, porque la primera descarga está ahí, y después ha salido corriendo en busca de un aseo o de una habitación», deducía la camarera. El director, más fino, era de otra opinión: «También puede ser que el excremento se le haya ido escapando por el pasillo, y ya cobijado en la intimidad del ascensor se le han aflojado los esfínteres». 
La discusión siguió hasta que a uno de los huéspedes se le encendió una bombilla encima de la cabeza: «De lo que no hay duda es de que se trata de una mujer: un hombre se lo habría hecho en los pantalones». Y allí fue donde el botones generalizó: «Una mujer. Y alemana. Las alemanas ninguna lleva braga». 

(Rafael Azcona entrevistado por Esteve Riambau. 9º aniversario de su muerte, el 24 de marzo de 2008)

lunes, 20 de marzo de 2017

Jesús de la Misericordia en vía crucis



A mí es que me gusta así cuando sale en su vía crucis, para qué voy a engañar a nadie.
Tan humilde a la vez que poderoso en su naturaleza. Recuerdo desde mi niñez contemplarlo sobre una escueta parihuela con su túnica más sencilla, sin potencias, flanqueado por cuatro faroles y apenas unas flores agrupadas delante de sus pies. Eran los vía crucis por la Pastora donde apenas había bombillas que colgaban de los hierros forjados del inicio y final de cada calle, donde el empedrado aun conformaba las calzadas de las calles del barrio pespunteadas con losas de tarifa. Y aparecía aquel cristo de rostro fino -siempre lo fue- con un perfil que enamoraba y su cuerpo erguido. Era protagonista de una estampa casi única en la Cuaresma isleña. Porque los vía crucis no proliferaban. Ni los conciertos. Ni los carteles. Ni las solapas con homenajes. Ni los pregones.
Cuando transcurrieron los años y Jesús de la Misericordia fue restaurado, la sombra reflejada en las paredes de las calles de su barrio había cambiado. Seguía siendo Él, no cabía duda. Con otro cuerpo que Alfonso Berraquero esculpió en su taller de la calle Bonifaz: un varón académico, la perfección del escorzo, gemelos poderosos, muslos fibrosos y brillantes, paño de pureza labrado, la espalda oculta mortificada por las señales de la pasión... Había cambiado su perfil, si acaso había tomado la cruz de otra manera tras su tercera restauración, tras la tercera caída. Pero su rostro estaba allí, el mismo que, hace casi trescientos años, cinceló Dios padre en la madera sirviéndose de un italiano que hizo realidad la mirada sufriente más dulce de la Semana Santa isleña, la boca entreabierta más sencilla, la vista humillada a la vez que más regia que ser humano pueda dedicar. Jesús de las nuevas manos que creara Alfonso, las que mejor agarran el madero de toda la imaginería cristífera, las que nos duele por la sangre que recorren las venas esforzadas. Las que coloca Jesús Noriega sobre el leño, ya en el paso, como si fuera sobre él mismo, mientras las gargantas se hacen nudos.
Los vía crucis, los de verdad, los devotos y no solemnes por incongruente ostentosidad, son una viva y callada manifestación de fe. Los bordados y la profusión de flores quedan relegados a la austeridad que muestra al Cristo más humano y cercano en el rezo de la oración más convencida. Así debe ser para entender el mensaje más sincero y verdadero. Que ya vendrán luego nuestras ansias por ponerle los mejores bordados, la banda más exquisita y las flores más fragantes.
Yo sigo cumpliendo el contrato que creo que mi fe firmó con El Señor de la Misericordia en mi niñez sin ni siquiera darme cuenta de ello. En él estaba escrito que debía ir siempre a Su lado, el último de esa fila derecha que le precede en Su vuelta humilde por el barrio o en Su reinado de la tarde noche del Jueves Santo. Yo con túnica o sin ella. Y con mi presencia, hago valer el compromiso indeleble forjado desde que vi la luz del mundo por vez primera, la que me regalaron para toda la vida Sus ojos de piedad.

Jesús de la Misericordia. 1985. Foto: Agustín Hormigo
Jesús de la Misericordia. 2009. Foto: JCFM

miércoles, 15 de marzo de 2017

45 años de El Padrino


El 15 de marzo de 1972 se estrenaba en Estados Unidos 'El Padrino'. Con ella se iniciaba una trilogía de la que seleccionas secuencias que te acompañan en cada etapa de tu vida hasta completarla. 

Cuando la ves siendo niño, te impresiona el asesinato de Sonny en la aduana. Aun faltaban muchos años para Tarantino. Si vuelves a visionarla en tus primeros escarceos juveniles, prestas atención a la relación amorosa de Vincent Mancini y Mary Corleone (muy a pesar de Sofía Coppola). 

En la profundización por el montaje cinematográfico, en edades 'académicas' y convertido en una esponja de cursillos de cine, repetías una y otra vez hasta desgastar la cinta de vídeo los primeros veinte minutos. Creías en América y en la venganza. Los entremezclabas con la hitchcockiana secuencia del restaurante Louis de El Bronx y su maravillosa teatralidad final tras irse al infierno McCluskey de un tiro con el que Michael le descerraja las sienes. 

Cuando empezaron las puñaladas traperas de verdad en tu vida rememorabas aquella quijotesca frase de "si un hombre honesto tiene enemigos, son enemigos míos". Ya en la madurez estableces un paralelismo entre las incesantes ocupaciones de tu vida con Al Pacino y aquella puerta que se cierra ante los ojos de Diane Keaton. 

Supongo que, en la vejez, surgirá en nuestra mente aquella frase de Michael Corleone y la imagen de la hojarasca llevada por el viento que daba inicio a la tercera parte: "Querido hijos: han pasado unos cuantos años desde que me trasladé a Nueva York...". Pues hoy han pasado 45 años. Y Nino Rota, siempre, como hilo argumental musical, inmortal. Como el buen cine.

sábado, 25 de febrero de 2017

El COAC, mi Carnaval

Hay dos noches al año fijas en las que no veo la cama: la 'Madrugá' del Viernes Santo y la de la Final del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas del Gran Teatro Falla. La primera desde que hace ya años marcho a Sevilla, la segunda desde que conocí los entresijos del Carnaval a finales de los noventa.
Debería ser más exacto, porque al referirme al Carnaval quiero decir el COAC. Cuando me enviaron a trabajar en el periódico Cádiz Información, en 1998, comenzó a gestarse lo que sería 'El Gallinero', el suplemento del citado medio, dedicado al Carnaval. Había una plantilla extraordinaria en este rotativo, cuya empresa editora contaba con el privilegio de tener además en sus filas a autores de agrupaciones o que habían salido en algunas de renombre. José Manuel Sánchez Reyes dirijía el suplemento, Pedro Manuel Espinosa, que ahora coordina el Diario del Carnaval del Diario de Cádiz, había sido componente de la comparsa de Antonio Martínez Ares. Juanma Romero era autor, y José Luis Porquicho no había quien lo hartara de coplas. Justo Mata cubría las infantiles, los actos de las peñas y barrios. Colaboraban en 'El Gallinero' autores con artículos de lujo, la redaccion fotográfica era brillante con Cata Zambrano, Marcos Piñero...
Jamás había tenido relación alguna con el Carnaval y de hecho no era un gran aficionado. Por aquellos años lo viví en mi familia gracias al coro de Paco Melero, pero no fue hasta mi desembarco en el Falla cuando me enamoré de la fiesta.
Dado que teníamos que cerrar la edición del periódico con lo último que sucediera en el COAC, nos trasladábamos cada noche hasta el foso del Teatro, donde José Luis Porquicho hacía las crónicas y yo supervisaba textos y terminaba la portada como jefe de redacción. Un mes allí, cada noche, frente a cada agrupación dando lo mejor de sí, me asombró de tal manera que aquello que en principio era un trabajo agotador -lo siguió siendo, obviamente- y sin descanso excepto las noches sin sesiones entre cada fase clasificatoria, se convirtió para mí en una droga de música y letras aderezada por tantas cosas que sucedieron en el Falla en aquellos años: la ruptura de Martínez Ares y su comparsa, la irrupción de Juan Carlos Aragón en este género, el gradual ascenso del joven Vera Luque, el 'Bati' con sus cuartetos, la sensibilidad de Bustelo, Valdivia empezando a mandar, los que incluso querían pegarle a Porquicho por algunos de sus comentarios, nuestras escapadas al gallinero para ver la reacción ante las agrupaciones malas y recoger las frases ingeniosas, los bocadillos en el ambigú, cuando Enrique Alcina escribía las críticas para el Diario de Cádiz sentado al lado nuestro y lo pasábamos de miedo con sus ocurrencias...
Todo un universo apasionante. Llegué a comprender el Carnaval y a embriagarme de ese mundo durante siete años. E insisto, no soy certero en mis palabras, porque en realidad soy amante del Carnaval de concurso. No me gusta la calle. Esta mañana terminó la final de este año y para mí ya ha acabado el Carnaval. Sé que no es así, que la verdadera fiesta se inicia ahora. Pero no tengo la culpa de que me atraiga la magia de ese maravilloso teatro gaditano con las letras de las agrupaciones, sus entrañas, tanta gente trabajando para hacerlo realidad, lo que no se puede contar que te cotillean determinados autores...
Han pasado muchos años y cosas. Después vino mi etapa en el Cádiz CF, mi empresa editora, mi actual labor en el Ayuntamiento de San Fernando... Pero siempre guardo con mucho cariño aquellos años de concurso. La vida da muchas vueltas, tantas que quién iba a decirnos a Porquicho y a mí que él iba a ser jefe de prensa del Ayuntamiento gaditano y yo desempeñar mi labor de asesor en el de La Isla. Aunque mantenemos el contacto, nuestro trabajo nos impide vernos con la frecuencia que desearíamos. El otro día coincidimos en el Falla cuando asistimos a una actuación de una agrupación de San Fernando, me dio mucha alegría. Y la pasión por el Carnaval me temo que jamás se me irá, especialmente cuando comparto mi vida con una mujer que desde la cuna es una aficionada recalcitrante. 
Estas últimas doce horas las hemos pasado frente al televisor, y como dicen que cada gaditano lleva dentro un jurado del Falla, además de un entrenador de fútbol o un capillita, yo no voy a ser menos y hemos disfrutado mucho puntuando a nuestro modo y manera. 
La primera foto corresponde a la final del COAC del año 2002 con mi buen amigo Mauricio García, corresponsal de Europa Press en Cádiz, con el que de Carnaval y Semana Santa me he llevado años cotilleando. Era compañero de redacción en Cádiz Información. La segunda foto es de 2005, la de un grupo de periodistas en el que, curiosamente, está mi compañera actual en Prensa en el Ayuntamiento de San Fernando, Menchu Barba, imitando por lo menos al jorobado de Notre Dame. Grandes juergas y charlas que nos corrimos en Cádiz durante aquellos años. La tercera imagen, parte de mis votos de esta noche. Por cierto, no he dado ni una. :-)


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viernes, 17 de febrero de 2017

Luz verde a los insultos


En esta semana se ha insultado y acusado. Y mucho.
Podemos tener diferentes opiniones. Es sano. Si las redes sociales sirven para exponerlas y extraer conclusiones con afán de aprender de lo que nos puedan aportar los demás, entonces cumplirán con una importante misión.
"Estupidez", "carajotura", "memez", "idiotez", "desfachatez", "gilipollez", "inútiles", "ladrones", "será porque hay que pagar a..."... y otras lindezas ajenas al rico debate que puede tenerse al respecto solo descalifican y dejan al descubierto la mentalidad de quienes utilizan términos incompatibles con el respeto.
No sé si el desmadre irremediablemente incontrolado en las redes de los radicales atacados en su interesada heterosexualidad es tan preocupante como que se dé el caso de profesionales del periodismo o de la administración pública que no han dudado en sacar también los pies del tiesto. En definitiva, sumarse al insulto. Me ha llamado la atención el artículo de José Joaquín León en Diario de Cádiz del 17 de febrero. Hablamos de un curtido periodista que ha sido director de este rotativo que, como es lógico y legítimo, tiene derecho a opinar sobre los semáforos de San Fernando y su simbología. Pero, francamente, me parece grosero y desafortunado llamar "boba" a la alcaldesa de una ciudad.
"Los semáforos anti homofobia que han instalado en San Fernando me parecen una bobada de Patricia Cavada, la alcaldesa", dice tan a gusto alguien que no solo debe ser ex sino parecerlo. Yo, como soy seguidor de la racionalidad lógica de Forrest Gump, también creo que tonto es el que dice tonterías, de manera que boba es quien hace bobadas. Además, me parece impropio comenzar su alegato justificando su respeto a los homosexuales. Muy "Excusatio non petita". Pero no voy a ser yo quien dé lecciones a todo un erudito en periodismo y en semáforos. Eso sí, en otro momento hablaremos de su interpretación sobre la iniciativa de los semáforos "con el único interés municipal de complacer al lobby gay", según afirma. Creo que a este 'lobby' como despectivamente lo denomina en el contexto del artículo lo tienen mucho más contento otros poderes fácticos que bien conoce el ex de Diario de Cádiz, como es el caso de sectores muy influyentes de la Iglesia, que una alcaldesa de una ciudad. Pero de eso no se habla, no se opina. No es que sea pecado, es simplemente resquemor a la valentía.
En definitiva, y hablando de lo importante, termino la semana preocupado. Tanta irascibilidad -y desconocimiento, porqué no decirlo- me hace pensar. Mi segunda preocupación ha venido de la lectura de una petición popular para boicotear una obra de teatro en San Fernando porque en su elenco aparece Willy Toledo. Presumiblemente estoy dando alas a algo que no merece ni mencionarlo, pero no puedo remediarlo: me preocupa el despropósito contra una manifestación artística y el incremento de censores.
En esta semana ha insultado y acusado. Y mucho.
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lunes, 13 de febrero de 2017

Día Mundial de la Radio


Asumo el cachondeo que va a suponer esta fotografía del año 1990 y los desmayos masivos al verla, pero no me resisto a celebrar que hoy, 13 de febrero, es el Día Mundial de la Radio.
La que me acompañó durante 16 años, en la que aprendí y en la que trasladé a tantos fieles oyentes mi pasión por el cine durante centenares de noches, las noticias de La Isla al mediodía, los titulares de la prensa al amanecer y algunas cosas más, junto con vivencias, que permanecen en mis recuerdos y son imborrables.
Hoy es el Día de la Radio, el medio de comunicación con más magia del mundo y en el que disfruté muchísimo también junto a compañeros del medio, de buenos amigos y contertulios que participaban con orgullo en 'Último Estreno'. La amistad y los conciertos de música de cine nos siguen uniendo muchos años después.
En la foto, nada de hoy. Ni los revox se utilizan, ni las mesas de mezclas 'de ruedas', ni los cartuchos de cintas y menos aun esas camisas de cachemira, los relojes casio con sintonías y ni siquiera la gente le pone perejil ya a San Pancracio, aunque ese momento no tenía pero les prometo que en muchas ocasiones había quienes le colocaban un vaso al lado con agua y un buen manojo.

domingo, 5 de febrero de 2017

Fernando Velázquez y Javier Coronilla

Anoche en los Goya triunfó gente que conozco y por eso me alegro mucho. Independientemente de cómo valoremos cada película, de nuestros gustos personales, es una alegría ver a Fernando Velazquez con la estatuilla en la mano o cómo se premia la labor técnica de 'Un monstruo viene a verme', en donde está presente el isleño Javier Coronilla. Sin su trabajo, no hubiera sido posible ver las facciones del monstruo en la peli de Jota Bayona. Ni tampoco algunas cosas sorprendentes de 'Rogue One', entre otras.
Talento a raudales de gente del cine que aprecio y de gente de San Fernando. En esta fotografía mía, la alcaldesa Patricia Cavada y el concejal de Desarrollo Económico, Conrado Rodríguez, observan una de las creaciones de Javier en una reunión celebrada el pasado verano.




La primera vez que charlé con Fernando Velázquez tranquilamente fue en un burguer de Málaga en febrero de 2011. Ya ha llovido. Salimos de un concierto dirigido por él y fuimos a cenar algo varios de los que estábamos en la organización del Festival Internacional de Música de Cine y amigos inseparables de correrías cinematográficas-musicales. Lo pasamos muy bien porque discutimos mucho sobre, por ejemplo, 'Poltergueist', ante mi insistencia de que la película es una media basura. Fernando se llevó las manos a la cabeza y los apasionados intercambios de impresiones lo recordamos muchas veces. Aunque no lo parezca, seis años son muchos, y si no, pues ya véis la fotografía que nos hicimos al salir de cenar. El segundo por la izquierda es Fernando y en el centro, atrás, estoy yo. Vaya caretos.


domingo, 29 de enero de 2017

La La Land, el nuevo icono del gafapastismo


Me temo que lo peor de La La Land no es la indefectible -y necesaria, para tener memoria histórica- comparativa con los clásicos musicales. Que Ryan Gosling se sujete a una farola guiñándole el ojo con el gesto a Gene Kelly, o que el grupo de féminas recuerde a la chicas de Grease, aun sin el magnetismo de una Stockard Channing nunca valorada, son 'homenajes' o 'copias descaradas' según el espectador se tienda más a la filia o a la fobia irracional hacia el filme.

Recurrir al pasado para desprestigiar el presente es una técnica peligrosa, porque de llevarla a cabo, tendremos que medir por el mismo rasero cualquiera de las obras cinematográficas de los últimos tiempos que no tienen porqué disfrutar de un cheque en blanco si no se lo concedemos también a Damien Chazelle y su película.

El musical tiene carácter, es un género identificable, aunque les parezca una perogrullada decirlo así, como definición teóricamente pleonásmica. El musical tiene canciones, las producciones bélicas no. El cine de guerra también lo identificamos, pero a nadie se le ha ocurrido masacrar lo último de Mel Gibson por sus 'guiños' a Kubrick, entre otros maestros tras la cámara. Ni su celebrada Brave Heart tuvo comparativas con imágenes cuando Wallace se transforma en Kirk Douglas a caballo y en Escocia. Al sobrevalorado Eastwood nadie le acusó de rodar 'Memorias de América' con un fotógrafo bohemio en lugar de un cazador aventurero. Y así sucesivamente hasta comprobar que en el cine no hay nada nuevo salvo una estética rompedora que pueda envolvernos lo que siempre nos cuenta. 
Es, precisamente y hablando de musicales, lo que sucedió con Moulin Rouge, al fin y al cabo una simple historia de amor en la que una pistola golpea la Torre Eiffel y un tango rasga un parqué con una áspera y buscada iluminación. Elementos suficientes, junto con el resto de similares y maravillosos aderezos, para convertise (esta sí) en el mejor musical del cine contemporáneo, una prolongación estética y una vuelta de tuerca perfeccionada del Luhrmann de Shakespeare.
Lo peor de La La Land no es la crítica fácil, ni siquiera que es el musical más endeble del cine comercial de los últimos 20 años. Tampoco que reduzcamos el producto a una historia de amor y poco más. ¿Qué es, al fin y al cabo, el cine en su máxima expresión, reflejo del sentimiento más encomiable del ser humano? ¿Qué hizo Curtiz con Bogart y Bergman sino un folletín histórico, aun cuando los excelsos diálogos puntuales ("Los alemanes iban de gris y tú llevabas un vestido azul...") aportaban lo tan difícilmente lograble e indefectiblemente necesario para obtener la vitola de una obra maestra?

Me temo que La La Land no sufrirá la rémora de la comparativa. Lo peor de ella es que se convertirá en el buque insignia de los espectadores más pedantes, los buenistas del flowerpower que se ensimisman en los primeros treinta minutos con una Emma Stone que parece Amelie dando vueltas por un mundo que no le corresponde (lo de Jean-Pierre Jeune fue todo un icono del gafapastismo) y, aunque paulatinamente la simple historia (el amor; "los tortolitos", Torrente dixit) toma vuelo de cierta altura cinematográfica, no deja de quedarse a medio camino para culminar con un rewind tan tramposo como la propia película y que deja al binomio director-guionista en el altar de los intocables porque hay desenlace para todos los gustos. Cobardía, se llama eso.

Una lástima, porque el filme además es de esos que apabullan en sus primeros instantes con una coreografía espectacular pero que, como el prólogo aquel del león de la Disney, fue lo mejor del filme. El resto nos sirve para desear comprar el cd, silbar en el coche las canciones y ver el oscar en la vitrina del compositor. Como La La Land.


martes, 20 de diciembre de 2016

Memoria histórica en el cementerio de San Fernando

Para vivir en plena paz, hay que dignificar a quienes no la tuvieron. Para aprender de la historia, hay que conocerla a través de los testimonios que nos deja, aunque algunos de ellos estén enterrados en cal viva y entre casquillos.

Para no repetirla, hay que relegar el rencor, pero no la justicia.

Para hacer justicia, no vale dejarlo todo "como está". Dejar las cosas "como están" hubiera sido no abrir la cancela de Auschwitz para que entraran nuestros ojos, no haber revisado los libros de historia que nos contaban barbaridades, no haber dado el lugar que corresponde a quienes, en casos como este, sólo piden saber dónde están sus antepasados para honrarles. Abuelos, tíos, padres o hermanos quizá comprometidos políticos. Siempre seres humanos.

Únicamente el odio puede maniatar la verdad, la dignidad. Tan atadas como han estado durante ochenta años las muñecas de quien pueda ser una de las cuatro personas halladas ya a dos metros bajo tierra y que, unidas, están colocadas junto a su cabeza. Tan quietas como quienes prefieren mirar hacia otro lado.

Fotografías realizadas este lunes 20 de diciembre en la visita de la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, a las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo en la fosa común del cementerio de San Fernando como primera fase, previa a la exhumación, para corroborar la existencia de restos óseos de personas represaliadas durante la guerra civil y años posteriores. Se calcula que puede haber restos de unas doscientas personas bajo la cota de dos metros de superficie.

Descansen en paz. Llegará el momento en el que lo hagan.






domingo, 11 de diciembre de 2016

Alfonso Berraquero


Tú sabías, lo sabes, que este mundo -y algunos submundos que pertenecen a él más aun- es así. Ahora vendrán quienes te han tratado de hacer daño, de tantas maneras y durante años, a escribir y decir ripios rimbombantes sobre ti, a utilizar tu muerte para sus conveniencias. Pero viviste como te dio la gana, porque tu arte fue, y es, tan grande, que tus manos, aparte de ser las de mi devoción y las de Aurora, te dieron la libertad para hacer y decir lo que pensabas.
"No me enterréis en Chiclana, por favor, eh, porque yo he vivido aquí y aquí voy a morir, en La Isla", dijiste aquella mañana de marzo de 2010 en la que te nombraron Hijo Predilecto. Así será. Y disculpa mi virulento tono del inicio, pero tú me lo perdonas porque nosotros nos entendemos.
Hasta siempre.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Exposición '206 años de la prensa en San Fernando'


La inauguración de la exposición ‘206 años de la prensa en San Fernando’ tuvo lugar en la tarde de ayer lunes, en el Centro de Congresos y Exposiciones, en la cual estuvieron presentes tanto la alcaldesa de la ciudad, Patricia Cavada, el Consejero de Educación, Juan Luis Belizón, el primer teniente de alcaldesa, Francisco José Romero junto a miembros de la corporación.

La muestra es una semblanza de los distintos periódicos publicados en San Fernando desde 1810, fecha del IX Decreto de Libertad Política de Imprenta del 10 de noviembre, todos ellos originales y que se conservan en los archivos de la hemeroteca del Museo Histórico Municipal. La pujante actividad de la prensa escrita a lo largo de estos dos siglos y su evolución se refleja en sus portadas expuestas, así como otros elementos como el libro de actas de la Agrupación de la Prensa Isleña (1927), fotografías de periodistas isleños, etc.

Juan Luis Belizón señaló en sus palabras la importancia de la educación como elemento transversal para hacer libre a las personas y con ello poder disfrutar de una prensa libre. Patricia Cavada, por su parte, destacó que “este año del 250 Aniversario es especial y teníamos claro nuestro tributo a la prensa en sus 206 años presente en San Fernando gracias a nuestros fondos municipales”, señalando el “trabajo intenso” y agradeciendo la labor del personal municipal que ha hecho realidad esta recopilación y fuente documental. También mostró su gratitud a Diario de Cádiz, cuyo director, David Fernández, asistió a la inauguración de la exposición, por su colaboración aportando documentos históricos ante la larga trayectoria de este medio cubriendo la información generada en San Fernando. Un tomo original de 1889 con el Diario narrando las vicisitudes del submarino de Isaac Peral, dos portadas con noticias de gran calado o el título de Hijo Predilecto de San Fernando concedido en 1917 al fundador del Diario de Cádiz, el isleño Federico Joly, son algunas de las aportaciones de esta empresa editora.

En la inauguración -en la que se ofreció además un documental en el que ha colaborado Costa Cádiz Comunicación- estuvieron también presentes el presidente de la Real Academia de San Romualdo, José Carlos Fernández Moreno, y la presidenta de la Asociación de la Prensa de Jerez, María José Pacheco.






miércoles, 9 de noviembre de 2016

206 años de la prensa en San Fernando


La prensa en San Fernando, desde hace 206 años hasta ahora. Tras la conferencia de hoy organizada por la Academia de San Romualdo con la participación del Ayuntamiento, el próximo 21 de noviembre será inaugurada una exposición con curiosos originales de portadas de los periódicos con los que ha contado La Isla desde que fuera promulgado el Decreto de Libertad de Imprenta en 1810, además de otros interesantes elementos.
Entre las fotografías que hoy han sido proyectadas, ha salido esta que hacía años que no la veía. La redacción del 'San Fernando Información' en 1992, hace nada menos que 24 años, cuando transformamos el semanario en un diario con todas las de la ley. Ahí aparezco yo con 23 años, dándole ya a esto del periodismo. Franzón y Rioja como fotógrafos, hasta un dibujante -Lutgardo Fernández, un chaval que llamó la atención de la Disney y trabajó para ella posteriormente-, Helen y Jose Espigado que 'pintaban' las maquetas en pantalla, Jesús del Río, Antonio Bouza, Rafael Duarte, José Carlos Fernández dirigiendo el cotarro... Han pasado tantas cosas, han cambiado otras muchas.
Imágenes que te hacen esbozar una sonrisa. 

sábado, 29 de octubre de 2016

"Llevaba la noticia de mi padre. Ahí me enteré yo que mis hermanos habían muerto, todos juntos, los cuatro..."


Hoy se han cumplido 80 años del asesinato del que fuera alcalde isleño Cayetano Roldán. Francisco Javier Pérez Guirao ha querido que su libro, 'Las emociones de la memoria', se presentara en este señalado día. Gracias por tus letras en la dedicatoria pero, sobre todo, por las que vienen a continuación.

Dolores, hija de don Cayetano, que tuvieron que llevársela con 11 años desde San Fernando a Jerez para protegerla "porque también iban a por las mujeres", murió el 24 de febrero de 2016, con 91 años. Se fue sin saber dónde se encuentran su padre y sus tres hermanos también fusilados, cuyos restos deben estar, al menos en teoría, entre los exhumados en la fosa común de Puerto Real. Algunos de sus testimonios pueden leerse en el libro de Pérez Guirao. "Mas yo estando en Jerez, yo estando allí en la finca esa, un día llegó mi tía que iba...".



domingo, 9 de octubre de 2016

Un viaje que no necesita alforjas




No me faltan ganas para resumir lo último de Bayona con una simpleza a priori nada acorde con una historia compleja. Diría que estamos ante un niño -vivo retrato de Tom Hanks con cincuenta años menos, a modo de anécdota- cuya realidad le desborda ante una familia disuelta, una madre enferma, una abuela como ama de llaves y unos compañeros de colegio que le zurcen al salir de clase. Nada nuevo ante nuestros ojos a menos que se introduzca el elemento fantástico para hacer girar la realidad. Y entonces aparece un Ents, que diría Tolkien, y hace de psicólogo del mocito mientras el realizador trata de hilvanar todo con el hilo equivocado e insuficiente: edulcorante a raudales con sus elementos apabullando la vista y el oído del espectador, el regreso a los (impecables) efectos como fundamento en lugar de accesorio como ya hiciera en ‘Lo imposible’ o Fernando Velázquez componiendo la banda sonora más audible del año para acompañar de fondo en cenas románticas.

Sería injusto si me quedara en esta disección de la película de quien fue capaz de crear ‘El orfanato’, aquella pulcrísima mescolanza entre lo real y lo fantástico con un traje hecho a medida para el espectador. Bayona ha cosido abruptamente al monstruo que ha venido a vernos y las costuras dejan ver a las claras las carencias de un filme que, con la excepción de los no exigentes, no deja lugar a la lágrima, sino a una tosca relación entre la realidad y la ficción.

Prefiero avanzar en mi reflexión esperanzado en que Bayona regrese a los orígenes que le enseñó Guillermo del Toro en 1993, cuando en el Festival de Sitges el director catalán quedó enmudecido por aquella pequeña joya que fue ‘Cronos’ y que vimos en la misma sala el día de su estreno. Quizás la secuela de ‘Jurassic World’ que le ha encomendado Spielberg no sea lo más adecuado para comprobar si su talento fue flor de un día, máxime cuando el cineasta norteamericano lo va a poner a llenar de cosas la pantalla, que es lo que en sus dos últimas películas ha hecho Bayona.  Porque este monstruo que arrincona al pequeño Conor asombra por su fachada ostentórea y se queda a medias por sus fábulas animadas tan pedantes como inconexas con la realidad de un niño que al final debe decir la verdad siempre como conclusión de tanto barroquismo mental. Para tan poco, tantas vueltas. Para este viaje no es menester alforjas, a menos que quieras hacer espectáculo fácil utilizando traumas que son complicados de engarzar con lo fantástico. A menos que seas Del Toro y su fauno en el que se mira Bayona en secuencias de una obra de un aprendiz que no ha respetado, sino incluso dado la vuelta de calcetín, a unas reciente máxima del cineasta mexicano en la que hablaba de elevar "lo banal a lo trascendente" cuando de monstruos se trata.

Con una culminación que me retrotrae irremediablemente al Kubrick más nefasto como explicador de historias en ‘El resplandor’ en su resolución –Bayona cambia el cuadro de Nicholson por un álbum fotográfico-, mucho me temo que el edulcoramiento en pantalla y la casi intocable ternura de las historias de niñez en el cine como un plus de acercamiento al espectador, terminarán por convertirnos en monstruos a quienes no entendemos de correcciones políticas en el cine que nos impida decir la verdad de un producto en realidad gélido y confuso, cuyo riesgo al abordarlo no debe convertirse en carta blanca hacia Bayona, y del que al menos debemos aprender una lección: decir siempre la valiente verdad. De ahí esta reflexión despojada de sentimentalismo, esa peculiaridad sensitiva que, sin talento y resumido al artificio, jamás funciona.

Guillermo del Toro en Sitges en 1993, momentos después del estreno de 'Cronos'.

martes, 4 de octubre de 2016

Francesco. Asís.


-“El egoísmo y la 'cultura del descarte' han conducido a desechar a las personas más débiles y necesitadas”.
-"El hambre no se erradica con promesas que no se mantienen".
-"Cuando se te llene la boca proclamando la paz, procura tener aún más lleno el corazón".
-"Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible".

No son frases de Obama ni de ningún líder politico mundial contemporáneo. Las dijo Francesco hace más de ocho siglos. Hoy ha sido su onomástica. Seguramente pocos hemos pensado en qué lejos de sus planteamientos están incluso los templos erigidos en su nombre...

Este verano he vuelto a visitar Asís. Ya lo hice hace nueve años para quedarme profundamente impresionado tanto del pueblo como de la basílica donde está enterrado el santo. En ella no hay retablos de pan de oro ni barroco alguno. Su belleza consiste en sus extraordinarias pinturas, valiosas no por el material con el que están realizadas, sino por el arte en su ejecución y el tiempo sobrevivido.

Su fachada y exterior es como si hubieras unido las piezas del añorado Exin Castillos. Los pórticos y arcos de medio punto uniformes abrazan una explanada en la que solo hay cemento baldosado en su suelo.


En su interior, en donde varios vigilantes tratan vanamente de que no hagas fotos para no alterar el clima de recogimiento existente, te encuentras en un lateral con la escalera que te lleva a un recinto subterráneo rectangular donde impera aun más el silencio. En los bancos puedes sentarte para contemplar un rato la cripta y, frente a tus ojos, la piedra a modo de altar donde se encuentra la tumba de San Francisco.

Unas lámparas de estilo medieval de hierro fundido iluminan alrededor. Una celosía del mismo material envuelve el óvalo central que recoge los restos del santo. La gente se arrodilla en un  pequeño filo que lo rodea, se agarra a la reja y pega su rostro a la piedra, musitando oraciones. Muchos dejan fotos, flores... pero aquello no se convierte en un batiburrillo de exvotos. Todo está medido, sin que nos demos cuenta, para vivir lo que no se vive en ningún otro lugar sagrado del mundo. Imagino que con la excepción de algunos enclaves concretos de Jerusalén, por razones obvias.


En otra habitación a la que se accede por una escalera distinta, entras en un amplio habitáculo cuadrado en el que en una vitrina está expuesta la túnica que llevó San Francisco. Observadla en la fotografía y sacad vuestras conclusiones. En otras hay documentos originales, el cuerno con el que llamaba a los fieles para predicar, alguna otra prenda raída, sus sandalias deformes, crucifijos...


Otra escalera da acceso a una zona superior donde se encuentra una especie de azotea hacia un bello patio interior y un museo que muchos no ven a pesar de ser gratuita su entrada. Si vais, no os lo perdáis. Objetos litúrgicos de siglos pasados, tapices, elementos relacionados con San Francisco, etc. Si lo hacéis con horarios concertados y no os da tiempo, que es lo más probable ante lo poco que incomprensiblemente dejan de tiempo para ver Asís, no le hagáis caso al guía. Llegad tarde al autobús, merece la pena. Total, no tienen más remedio que esperaros... :-)

Recuerdo precisamente exponerle a Antonio, nuestro acompañante en el viaje, mi desazón ante la incongruencia del mensaje revolucionario de Francisco, el espíritu de aquella basílica y la extensión del franciscanismo en los siglos posteriores siendo 'engullido' por estilos suntuosos como el barroco, templos y conventos más propios de otras órdenes, hermandades y cofradías orgullosas por definirse como seráficas pero repletas de ostentación en todos sus cortejos... Poco o nada tiene que ver todo eso con lo defendido por el santo de Asís. Antonio -hombre docto como todos los que desde hace años conocen países como la palma de su mano- se encogió de hombros y me dijo: "Eso es como todo, José Carlos...". Y ahí dejamos el tema para no entristecernos y seguir absorbiendo la autenticidad de un nuevo orden para el mundo que jamás llegó a triunfar.