jueves, 1 de noviembre de 2012

Tercer aniversario

El 31 de octubre de 2009 se presentaba en sociedad el periódico SAN FERNANDO COFRADE. Tres años después, me siento orgulloso e ilusionado más que nunca con aquel proyecto que hoy es una realidad y felicito a todos los que han colaborado en ello y siguen haciéndolo para que La Isla tenga una voz cofrade con un estilo definido. Gracias de corazón a los que, al verlo así, lo apoyan con sus aportaciones o sus muestras de cariño y reconocimiento al trabajo realizado, así como a los más de medio centenar de anunciantes y empresas que en todo este tiempo, de una u otra manera, siguen confiando en el producto.

Tres años dan mucho para sí. La irrupción, cada vez más presente, de la influencia digital y de la información al momento demanda respuestas desde los que nos dedicamos a esto. Los tiempos han cambiado, lo que lees en un periódico hoy por la mañana lo has hecho hace diez horas en internet, y eso viene a revolucionar el concepto de información que teníamos hasta ahora. El otro día le decía a José Moreno Fraile, con años de bagaje en todo esto, que tanta rapidez -a todos los niveles- nos está llevando a creer que informar es colocar una fotografía con una línea de texto bajo la imagen, algo que está muy bien cuando de plasmar rápidamente lo que está sucediendo en este momento se trata, pero que no aporta a los lectores la información, pausada y completa, de lo que ocurre a nuestro alrededor. Estamos cayendo peligrosamente, de un año para acá, en ese afán velocístico que sólo conduce a la desinformación o a la somera exposición de flashes de hechos, lo que convierte a los aficionados en aparentes informadores, pero resulta insuficiente para colmar la demanda de los lectores de los medios profesionales. Es un debate bonito, abierto y si los periodistas y empresarios quisieran, leal. Pero va a ser que no, porque esos conceptos están en las antípodas de la mayoría de los trepas que hoy día ejercen el periodismo y los cachorros que están aprendiendo. Y los empresarios, ya me dirán en qué situación están: tratando de que dos más dos sean cinco para cuadrar sus maltrechas cuentas.

Aquí lo que va a suceder es una continuada caída de los medios convencionales, periodistas a la calle, algunos sufriendo inmerecidamente lo que yo conozco bien porque a mí me echaron como un perro de dos empresas ahora hechas unos zorros, lo cual me produce un insano placer, qué le vamos a hacer. Otros individuos, muchos, creyendo que la hora nunca les llegaría, que para eso guardaron un silencio cómplice ante tanta sangría o le rieron las gracias al explotador de turno, empleando rotuladores rojos para señalar a quien largar a la puta calle como si los padres de familia fueran números, como si los profesionales se convirtieran repentinamente en objetos que introducir en bolsas de basura para despejar la casa de morralla, cuando la bazofia sobrante eran ellos. En toda esta caída del periodismo convencional, surgirá una proliferación desmesurada de medios digitales, algunos caseros, blogs personales que paulatinamente se caerán por desnovelería y, si Dios quiere, SFC continuará ofreciendo información y su edición en papel verá la luz dentro de poco, con su cartera de lectores, de anunciantes y su modesta filosofía de sumar poco a poco hasta que salgamos de esta. "El que aguanta gana", decía razonable y pacientemente Cela.

No me arrepiento de esta bendita locura puesta en marcha hace cuatro años, uno entero lo empleé en estudiar el mercado y en el trabajo preliminar. De lo único que me lamento es de no haberlo hecho hace diez años, sin la acuciante crisis actual que está mermando o acabando con muchas ilusiones, las mismas que hace más de una década tuve con los proyectos que terceros pusieron en marcha para finalmente tirarlos a la basura junto conmigo y otros compañeros. A pesar de la dura lucha de hoy día por salir adelante, no cambiaría nada de ahora por volver a ser un asalariado miedica y humillado por catetos, currando las mismas horas que actualmente, para no ser nada más que un objeto al que utilizar. Yo he vivido y he creado empleo durante cuatro años gracias a este proyecto, y seguimos en ello. Quien no lo entienda, que continúe en su caverna, temblando. El mundo es de los valientes, aunque yo llegara tarde. Tengo que correr para paliar esa demora. Eso sí, ofreciendo lo que el verdadero lector quiere. Otro tipo de carreras son absurdas y pueriles.

viernes, 26 de octubre de 2012

jueves, 25 de octubre de 2012

El tercer paso olvidado

El tercer paso de esta viñeta es fundamental para que en determinados ámbitos de la vida no sucedan muchas cosas. Y en el periodismo, más aún. Eso es lo que ocurrió durante tantos años en estas últimas dos décadas, lo que tristemente ha sucedido, y el cuarto paso del descriptivo dibujo decidieron cambiarlo, escribir otro final para la película. Resulta fácil imaginar cuál ha sido. El látigo continúa alzado y los que se levantaron lo hicieron para colocarse tras el que lo empuña, protegidos como comadrejas, hasta que la mayoría de ellos se van gradualmente al carajo recibiendo su propia medicina. Otros son tan repugnantes como el del látigo y logran quedarse junto a él más tiempo. Aún hoy sucede y seguirá siendo así.

Mucho ánimo para quienes ya lo han recibido de mi parte por otros cauces, saben quiénes son.

Una última nota: me gusta mucho la reflexión de Pepe Landi en su blog:  http://www.lobeli.net/24/

domingo, 21 de octubre de 2012

Elecciones predecibles

El PP arrasa en Galicia, donde crece el nacionalismo más radical, y los separatistas barren en el País Vasco. No hacían falta elecciones para esto. Podíamos habernos ahorrado miles y miles de euros en ambas convocatorias, campañas y demás ripios. Por cierto, 21 escaños para Bildu. Otro diáfano ejemplo del fracaso del sistema político español y de la miope previsión de los partidos estatales, que deben estar obligados a salvaguardar la integridad de un país que se desintegra. ¿Qué sucederá ahora? Una vez se complete el triplete de elecciones cruciales, tras celebrarse las catalanas, y triunfe también el nacionalismo, ¿qué vamos a hacer?