miércoles, 29 de septiembre de 2010

Homenaje a Pedro Manzano

El periódico SAN FERNANDO COFRADE comenzará su segunda temporada en su edición impresa el próximo domingo 10 de octubre de 2010, fecha en la que el rotativo quincenal dedicado a la Semana Santa de La Isla, sus hermandades y cofradías volverá a estar disponible en todos los establecimientos de prensa y kioscos de San Fernando y varios de la capital gaditana, al precio de un euro el ejemplar.

Paralelamente al inicio del curso cofrade 2010/2011, SAN FERNANDO COFRADE regresa nuevamente para atender la demanda de información existente en la ciudad relacionada con el mundo cofrade, tras la exitosa primera temporada, que terminó a finales de junio. Durante el verano, la web ‘www.sanfernandocofrade.net’ ha ofrecido puntualmente noticias sobre los actos llevados a cabo por las hermandades en estos tres meses. Ahora, el periódico cofrade de La Isla vuelve nuevamente con 24 páginas a todo color, y para presentar su segunda temporada, tendrá lugar un acto que se celebrará el viernes 8 de octubre de 2010, a partir de las 21 horas, en el auditorio del Centro de Congresos ‘Cortes de la Real Isla de León’.


La gerencia, dirección y equipo de redacción de SAN FERNANDO COFRADE han decidido destacar a una personalidad relevante relacionada con la Semana Santa, por lo que en el acto de presentación tendrá lugar un homenaje al restaurador isleño Pedro Enrique Manzano Beltrán, que actualmente lleva a cabo los trabajos de remozado de Nuestra Señora de la Caridad y próximamente acometerá la restauración de la Santísima Virgen del Carmen, patrona de San Fernando y de la Armada Española. En el acto se detallará la trayectoria del prestigioso artista afincado en Sevilla, restaurador de escultura polícroma del departamento de tratamiento del centro de intervención del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, y autor de las restauraciones de imágenes como el crucificado de la Salud o Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado de San Fernando, los titulares de las hermandades de las Tres Caídas (San Isidoro), Santa Marta, Siete Palabras, Aguas, Carretería y Exaltación, de Sevilla, o María Santísima de los Dolores de los Servitas de Cádiz, entre otras.


El profesor Manzano Beltrán ofrecerá, tras recibir el homenaje, una conferencia apoyada en imágenes titulada ‘Factores de deterioro en la imaginería devocional’, en la que expondrá detalles de su experiencia e intervenciones en las obras de arte que ha venido restaurando durante su trayectoria profesional. Finalizará su disertación esbozando las causas por las que es necesario actuar sobre la Santísima Virgen del Carmen, tras los estudios realizados a la venerada imagen, una vez que la hermandad carmelitana encargara esta tarea al prestigioso conservador isleño.


En el acto está prevista la asistencia del presidente y la Permanente del Consejo de Hermandades de San Fernando, hermanos mayores de cofradías de San Fernando, Sevilla y Cádiz, el alcalde de San Fernando y otras personalidades relacionadas con el mundo cofrade y artístico de Andalucía.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Ángel González Ucelay

Me llama la atención la trayectoria del periodista Ángel González Ucelay. Lo he seguido durante años hasta que hace unos meses fue despedido de Punto Radio y tuve un contacto con él. Se negó a retransmitir el Mundial pegado a un televisor con un micrófono en la mano, que era el estupendísimo sistema que Vocento tenía preparado para ofrecer a sus oyentes los devenires de lo que ocurría en Sudáfrica. Creo que eran recortes presupuestarios o algo similar, con el objetivo de no pagar derechos y otras tasas y salarios propios de un acontecimiento de esta índole. Digo yo que si creas una emisora a nivel estatal y un programa deportivo, tendrás que tener en cuenta que es de obligado cumplimiento emitir acontecimientos relevantes y ello conllevará un presupuesto. Vender duros a cuatro pesetas, incluso a tres, se estila mucho entre los empresarios a los que el periodismo les importa un rábano con bicho dentro.

El hecho es que no sé qué es de Ucelay transcurrido el verano. Tiene un blog, 'El banderín', en el que escribió por última vez en julio. Lo hizo con un testamento encubierto, en el que reconocía que ni siquiera tenía ganas de cumplir con su espacio en internet, aunque advirtiendo por otro lado que contará en él próximamente "el infierno" sufrido en Punto Radio durante estos dos últimos años, emisora que ya no escucho con la excepción de mi admirado Manolo Camacho con su deporte -de vez en cuando- y su Carnaval en temporada -siempre-.

A mí hace tiempo que el deporte como entramado periodístico y empresarial me la sopla. Yo pasé por él durante algunos años y también sé cosas, pero francamente estoy en una etapa mucho más interesante para mí profesionalmente que no me permite lamentarme de puñaladas que tuve que lamerme yo solito en mi espalda. Un periodista me preguntaba hace varios días si el Cádiz CF no me había invitado a la comida del centenario del club organizada dentro de los sonrojantes actos que se han inventado para estos meses. Me lo tomé a guasa, obviamente. Yo no me siento a comer con cualquiera, porque compartir mesa y mantel lo considero un acto de gran importancia para el ser humano. Al parecer, ellos tampoco, así que como yo soy un cualquiera, como crear un departamento que en todo un siglo jamás ha estado como lo estuvo entonces -un periódico, dos revistas, una emisora de radio, nuevos diseños, ocho trabajadores,...- tuvo que ser algo muy desacertado y lo acertado es lo de ahora, pues yo no existo. Las fotos que publican varios medios de esa comida no tienen desperdicio, viendo algunas caras de carnavaleros casposos que van al estadio borrachos de todo, moscones paletos, trepas y otros especímenes. Lo peor de todo es que tampoco vi a Luisa Torralba, jefa de prensa del Cádiz en sus años dorados, por decir un nombre entre otros más. ¿Se les llamó como haría una entidad galante y preparada? En realidad, sentarse en esas mesas los desprestigiaría. Pero todo eso a mí me hace gracia, me resulta anecdótico, entre otras cosas porque el Cádiz CF hace el ridículo diariamente y yo sólo cuando escribo aquí. Me gana por goleada, nunca mejor dicho. Pero ese campeonato sólo lo juego para divertirme. Ellos no. Esa es la diferencia. Tampoco está mal que el Cádiz gane alguna vez.

Decía que Ángel González Ucelay me llamaba la atención porque, a pesar de sus demasiadas y legítimas similitudes con José María García -era su mentor-, es un periodista sin pelos en la lengua. Y esos hoy no interesan. Apenas tiene un par de años más que yo, y se convirtió en toda una institución en las narraciones deportivas. Pero coño, Ángel, te pasa como a mí: te puede el corazón, las ganas de decir las cosas. Y ante millones de potenciales oyentes poner de mafiosos para arriba al Marca y al As entre otras muchas cosas y ejecutivos, es algo prohibido en este país donde se nos llena la boca de libertad sólo para actos institucionales estériles. Llevaba meses diciendo verdades como puños, como la aparición de Cristiano Ronaldo en la portada del Marca en 24 de 31 periódicos de ese mes. No dejaba títere con cabeza en el vomitivo mundo del fútbol, y alguna hay que dejar aunque sea colgando para agarrarte a ella si hiciera falta. Jamás fue un periodista políticamente correcto. Los periodistas políticamente correctos no son periodistas, son cronistas de poblado. Eso también se estila mucho, no meterse en "ná". Así los contratan por 800 euros y de paso los convierten en personajes secundarios de las películas de Disney, esos grotescos y graciosos pegados al hombro del malvado del filme que chivan al oído de su jefe lo que dicen o hacen los demás esperando ganarse su favor.

González Ucelay escribe en 'El banderín' con respecto al futuro momento en el que suelte su lógica bilis acumulada: "A estas alturas no voy a perder el tiempo con ningún becario, bastante he tenido yo con aguantarlos todo este tiempo, y bastante tienen ellos con el milereuista porvenir que les aguarda (el que se han labrado) hasta que por fin cierren el chiringuito. No, no van por ahí los tiros. Ni parecido. Simplemente, quiero que se sepa en manos de quién está el periodismo y, en consecuencia, en manos de quién están todos los que confían en un medio de comunicación. Para ello, nada mejor que la experiencia que he vivido en primera persona en mi última empresa. Cómo llegué, lo que allí me encontré… y mi salida".

Asegura estar ahora pensando en dejar el periodismo. Yo de ti lo haría. Es un consejo. Porque el concepto de periodismo que tienes no se parece en nada a lo que impera hoy día y volverás a estrellarte con el muro pasados unos meses. Da igual en el medio en el que estés. ¿Ves alguna diferencia entre la Ser, la Cope, Onda Cero...? Todos hacen lo mismo. Sus directivos y sus locutores. Unos en sus despachos con el bolígrafo rojo sobre nombres y los otros tratando de imitar a los de la competencia en un círculo vicioso que sólo conduce a la pobreza informativa, la clonación estilística, el paupérrimo lenguaje con palabros inexistentes ante los micrófonos sin que nadie corrija el rumbo,...

No regreses, Ángel. Yo lo prefiero en contra de lo que reclaman el resto de tus seguidores. Tu reino no es de este mundo y sufrirás. Si lo haces, prueba a crear tu propio medio. Yo lo he hecho luchando durante dos años contra los bancos, las zancadillas, y me ha funcionado durmiendo diariamente cuatro horas y trabajando denodadamente. Pero yo estoy loco. Si tú lo estás lo suficiente por el periodismo, crea la alternativa, la iniciativa que encaja en un hueco donde no llegan los otros. Siempre existen porque la maquinaria de aquellos es tan grande y pesada como torpe, por lo que no alcanzan a cubrir las necesidades reales de miles, millones de oyentes, de lectores, que buscan otra cosa. Hazlo. Pero hazlo tú. Sin depender de nadie. Y si alguna vez creo un periódico deportivo -que no se me va a ocurrir-, te llamo para soportarte, que debes tener "cacaruca" como dicen las abuelas. Yo también la tengo, haríamos buena pareja laboral. Un abrazo.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Freiduría Sara

Hace apenas unos pocos meses que en mi barrio abrieron una freiduría de esas a las que acudes para comprar, por apenas siete euros, un cuarto de cazón en adobo, otro de chocos y un paquete de picos en las noches que no te apetece cocinar. El establecimiento no era un freidor a la antigua usanza de los de La Isla, ahora los dignifican culinariamente con la venta de pollos asados, churros y escaparates de dudosa decoración.

La familia que lo regentaba ha decidido cerrar el local hace ya unas semanas. El otro día vi cómo desmontaban las máquinas, sacaban las mesas y sillas, y de aquella efímera freiduría -con sus posibilidades de comprar bebidas, chocolate a la taza, con su buzoneo hace dos meses por toda la zona y su carta de precios- sólo quedan los vestigios de sus elementos decorativos en la puerta.

Me invade una extraña sensación de tristeza. No creo que esas espantosas letras en los cristales haya sido el motivo por el que todo un barrio cada vez más poblado haya decidido darle la espalda a la Freiduría Sara. Tiene que haber otra razón. Hacía semanas que caminaba para mi domicilio y pasaba por su puerta. Sentados, en el escalón, observaba al patriarca callado, una mujer con delantal y una chica dando vueltas, pero ni una mesa ocupada, ni nadie en la barra haciendo un pedido. Un mediodía entré para encargar un bocadillo de pinchitos con mayonesa -orgásmico manjar de nosotros los modestos- y una lata de cerveza. Me envolvieron en papel de aluminio una monumental media barra de pan cargada de trozos de cerdo aliñado, por lo que extraje como conclusión que nadie podía quejarse de lo que ofrecía el negocio, ya fuera por defecto o por calidad. No, deben de existir otros motivos para que, durante noches enteras, se barruntara que la Freiduría Sara iba indefectiblemente a cerrar sus puertas.

Así fue. Un día ya no volvieron a abrirse. Lo que son las cosas y el azar (o no) de la vida. Unas calles más allá, lo suficiente como para que coexistieran ambos negocios, existe una modestísima pollería en la que hay que guardar colas para comprar. Freiduría Sara ha durado apenas dos, tres meses. Es amargo ver estas cosas aun siendo ajeno a ellas. Imagino la ilusión con la que esa familia habría decidido montar su local, la inversión inicial, el rosario de impuestos para comenzar, las gestiones para abastecerse del género, los nervios de la primera vez que abrió sus puertas... ¿Quién sería el primer cliente y qué pidió?

Imagino el transcurrir del tiempo y el sangrar de la contabilidad, la hemorragia imparable que los obligó a decidir acabar con la vida de algo creado por ellos, sopena de que la economía familiar se fuera al traste. Formo en mi mente la imagen de ellos dibujando, sobre la cartulina verde y con un rotulador de tosca punta, el sandwich de pollo y su precio que se ve en la puerta de acceso, incluido el efecto humeante. "Súper rico" que estaba todo, asegura el cristal. Lo trazarían con cariño para alentar a la potencial clientela, como reclamo,... La cartulina dibujada se quedó ahí como testigo mudo del fracaso que duele solidariamente. ¿Dónde estará esa familia ahora, en qué noche decidieron cerrar, qué se dijeron al reunirse, qué sintieron cuando apagaron las máquinas de asar y a los escasos días cuando las vieron llevárselas? ¿Quién es Sara: la mujer del pollero, la hija, su anciana madre, un simple nombre que agrada...?

Tiene que haber otros motivos para que Freiduría Sara cerrara. Son cosas de la vida creo, caprichos del destino, como la película. Qué arriesgado es poner un negocio en marcha y qué poco ayudan todos a que todos salgamos adelante...