miércoles, 29 de octubre de 2008

Barroso, con la que está cayendo...

Algún sinverguenza por desgracia electo se gasta un dineral público en hacer el hortera y tunear su coche, mientras otro emplea dos millones de euros en quítame allá un mueble del despacho y una lámpara del pasillo. Esta mañana, 190 diputados faltaban en sus escaños en la sesión del Congreso. Se supone que se debatía, como siempre en el hemiciclo, en mayor o menor medida de relevancia según el asunto, sobre el futuro de España, y conviene recordar que pagamos de nuestros bolsillos a los señores diputados para que se sienten a las nueve y media de la mañana en los mullidos asientos de la Carrera de San Jerónimo. Carod Rovira se gasta miles de euros en viajes oficiales nada más que en dietas de traslado, y eso que tiene coche oficial. Y mientras las fábricas de vehículos españoles imponen su expedientes de regulación de empleo a sus trabajadores, las administraciones públicas practican el catetismo comprando Volvos, Mercedes, Audis y BMW. Qué buen ejemplo sería que los parques móviles de las decenas de ministerios, centenares de autonomías, miles de cargos duplicados, estuvieran conformados por vehículos nacionales comprados por lotes para así dar ejemplo, promocionar unos coches iguales de óptimos que los que hacen en Alemania o en Corea y practicar una economía de protección nacional.

Y entre tanto ejemplo de perplejidad, el alcalde de Puerto Real, José Antonio Barroso, declara en la Audiencia Nacional ante el juez Grande Marlaska por decir del rey Juan Carlos que su existencia es producto de la crápula y aquello de los polvos con Bárbara Rey, la señora esa que cada vez que sale en la televisión todo el mundo dice "mira, la querida del Rey". Como si tal cosa y ahora vamos de escandalizados. País, que diría Forges.

Lo que me importará personalmente lo que diga Barroso a estas alturas... Ya reflexioné sobre ello en su momento, lo pueden leer en este blog buscando en el historial. Lo hice desde el punto de vista de lo inoportuno de sus palabras para prestigiar a los defensores de la república, que bastante padecen ya al ser arrinconados por los que tienen pleno derecho a creer que la monarquía es el mejor sistema, pero también por los inmovilistas y por las campaña mediáticas de televisiones como la estatal, que observando momentos de cierta debilidad en el sistema monárquico, bombardea a los televidentes con "programas humanos" dedicados a Juan Carlos, Sofía y su prole.

¿Por qué no habla claro Barroso? Lo hace cuando define al rey sin pelos en la lengua, pero no dice que este circo no lo ha montado él, sino que entra al trapo. Eso es porque le gusta este cachondeo, le pone muy bruto estas cosas que a los españoles nos hace despistarnos sobre lo que realmente nos debe ocupar ahora, y que no es otra cosa que expulsar de panorama político a tipos como Touriño o los últimos alcaldes detenidos por corrupción, además de saber dónde puñetas están los diputados a las nueve y media de la mañana cuando la propia ley deja claro que cualquier otra actividad resulta incompatible con el hecho de ser congresista. Barroso en la Audiencia, y los expedientes en cajas esperando en una esquina en los juzgados. Curiosa y triste paradoja la que alimentan algunos medios de comunicación, unos por razones oscuras, otros dedicándose a recordar que Barroso era más monárquico en sus gestos que Alfonso XII hace unos años, cuando quiso nombrar al monarca hijo adoptivo de Puerto Real. Por entonces se equivocó el prócer puertorrealeño. Ahora también, pero lo que me cuesta perdonarle, a él y a otros, es que nos distraigan de la que está cayendo para terminar perdiendo el tiempo.

Foto: El Mundo

martes, 28 de octubre de 2008

ONO, otra sangría pretextuada

Ya tenemos oficialmente, a tenor del número de casos que se están dando, una forma ágil y encubierta de echar a la calle a miles de trabajadores mostrando cara de víctima acompañado de sutiles encogimientos de hombros. "Como hay crisis...".

Los casos proliferan, los empresarios se esconden tras el escudo de una coyuntura económica adversa que convierten en arbitraria y que jamás toca a sus bolsillos ni a los lacayos a su alrededor (suelen ser ejemplos de inútiles que no tienen ni puta idea de cómo ejercer el puesto que ocupan). De manera que como nadie compra televisores, rescinden contrato a los que fabrican sus componentes, pero la ejecutiva de la empresa tiene beneficios acojonantes (deberíamos hacer más el sano ejercicio de acudir al Registro Mercantil entre otros organismos para comprobar cosas que nos dejarían perplejos); si no se venden móviles, se cierran tiendas con chavales trabajando ocho horas por 600 euros, un sueldo que es el precio de cuatro celulares vendidos en una mañana. Si no se contratan paquetes de Canal +, se recorta por abajo, y si ONO cierra el año 2007 con 1.616 millones de euros de ingresos y 642 millones de beneficio operativo (EBITDA), pues qué mejor que echar a la puñetera calle a 1.300 trabajadores, un tercio de su plantilla, como se acaba de anunciar. Eso sí, también deberíamos extender la investigación a las nóminas de los mandamases de ONO y comprobar el número de sus dígitos. Los políticos aseguran que se congelarán sus sueldos para 2009. ¿Y los empresarios y sus perros de presa? Ah, que estamos en la llamada rimbombantemente "economía de mercado", eufemismo del todo vale por encima de injerencias en la caja del rico...

La Federación de Transportes y Comunicaciones del sindicato UGT, tras una reunión de urgencia, ha decidido rechazar el ERE y ha anunciado que estudiará si toma acciones judiciales para impedir su aplicación, según publica El País.

En un comunicado, ONO explica que, a pesar de sus esfuerzos por mantener el empleo durante 2007 y en la primera parte de 2008, el "agravamiento" del entorno y las malas perspectivas macroeconómicas obligan a la compañía a tomar esta "dolorosa medida". En los próximos días, la empresa fijará la fecha de la convocatoria de apertura del periodo de consultas y la constitución de la mesa negociadora.

El futuro plan de ONO para afrontar el "drástico empeoramiento" de la situación económica contempla, asimismo, una reducción de los costes "acorde con la caída de la actividad en el actual contexto del país", así como medidas para incrementar la calidad del servicio y la atención a los clientes. Además, dentro de estas medidas, la compañía acordó en julio con el sindicato de bancos una mejora de las condiciones de la financiación por 3.600 millones que obtuvo en 2007. El operador, que ofrece servicios de teléfono, televisión e Internet de banda ancha a través de su propia red de fibra óptica a seis millones de clientes, ya tuvo que llevar a cabo un ERE en 2006 que afectó a más de 700 empleados tras la absorción de AUNA. La empresa, que se creó hace diez años, ha lanzado este mes sus primeras ofertas de Internet ultrarrápido (50 y 100 megas).

Por su parte, UGT afirma que no va a entrar "en los aspectos macroeconómicos negativos que todos conocemos y que en ningún caso entendemos desde este sindicato sean excusa suficiente para adoptar una medida como la que nos han anunciado. Desde UGT le hemos expresado a la empresa, y queremos trasladar de manera clara y concisa a todos los trabajadores y trabajadoras de ONO, que rechazamos de manera contundente el ERE, una medida de destrucción de empleo que con estos parámetros es una auténtica barbaridad".

Afirman además que la nefasta dirección de la compañía es lo que ha provocado la caída económica del operador.

Pregunta del millón hecha por el empresario en el caso de que realmente sufra pérdidas. "¿Y si pierdo dinero, qué es lo que queréis que haga?"
Respuesta del trabajador nunca contestada: "¿Y a mí me lo vas a preguntar como si yo manejara tus números o tuviera la culpa como para ensañarte conmigo?"

lunes, 27 de octubre de 2008

Preludios del pregón de la conciencia

"Permítanme que les adelante que no voy a realizar una oda repleta de ripios y ditirambos; no voy, a estas alturas, a faltarles el respeto a ustedes y a mí mismo ofreciéndoles una pieza hueca presidida por los adjetivos y el manido encumbramiento llevado hasta el frenesí y repetido hasta la saciedad, devaluado hasta la miseria y que, en tantos casos, han conformado un compendio de la ramplonería; no voy a utilizar el latiguillo floreado para provocar el aplauso; no voy a hacer concesión a la galería; no voy a repetirles a ustedes lo que ya están hartos de oír". (...)

"Escasos resultan los valores que, a estas alturas, nos vinculan con nuestras raíces y abundantes los hechos, circunstancias y comportamientos que, cada vez, nos aproximan más al ámbito del espectáculo, del tipismo, de la tradición, de la herencia costumbrista y festiva de un pueblo, es decir, cada vez nos alejamos más y más del sentido puramente religioso y devocional para entrar de lleno en el terreno de lo cultural, en el campo del rico patrimonio de la cultura de un pueblo, el andaluz, que todo lo exterioriza, que a todo le imprime colorido, apasionamiento y grafismo.
Estamos en el filo de la navaja para caer a un lado y pasar de ser religiosidad popular a ser religiosidad populachera. Estamos en el filo de la navaja para que esta celebración se vea reducida simplemente a un desahogo de la sensibilidad y puede que hasta de la sensiblería. Es una apreciación personal, pero para nada me gusta que la conmemoración de los Misterios Pasionales -en La Isla o en cualquier parte del planeta- constituyan un atractivo de "interés turístico". Con todos mis respetos, y sin la menor duda acerca de la buena intención de aquellos que promueven tales iniciativas, lo que para algunos puede suponer una orgullosa satisfacción, para este mal creyente entra por los cuatro costados en aquello que supone "un desvío de lo tenido por justo y normal", cosa que el diccionario nombra como aberración. Da la impresión de que, no sólo su Pasión, sino que al propio Jesús, lo hemos transformado en un producto de consumo...". (...)

"¿Cuántos casos se han dado de la existencia de hermandades para deshermanar? En vuestra mente tendréis ahora más de uno de estos casos al escuchar mis palabras. Es la sublimación del contrasentido. Si no somos capaces de vivir en fraternidad bajo en nombre de Jesús, seremos unos magníficos organizadores de procesiones, algo así como una especie de comisión de fiestas de cada parroquia pero, en ningún caso, alcanzaremos la honrosa condición de cofrade. Es más, estaremos usando fraudulentamente el nombre de Jesús, el Cristo". (...)

"Sabemos mucho, muchísimo, de marchas, de autores de imágenes, de orfebres, de tallistas y de cortejos procesionales pero, cada vez, queda más alejada la figura de Cristo Jesús y todo lo que sus enseñanzas representan y que, también cada vez más, se van alejando de nuestras prácticas colectivas y de nuestros criterios individuales. ¿Por qué? Porque sobre lo primero hemos leído, coleccionado, asistido a actos determinados, hemos mostrado interés y curiosidad o, incluso, podríamos decir, nos hemos aficionado -¡ojo!, una cosa es la afición y otra la fe-, mientras que, en cuanto a lo segundo, apenas hemos profundizado, hemos investigado, hemos leído, discurrido, pensado y evolucionado; acaso, nos hemos quedado con el Jesús que nos convenía, aquel que nos resultaba cómodo, ese que lo limitamos a representar en una imagen de madera y que, para nada nos complica la vida, ese que colocamos con cuatro pernos encima del paso y que, tal vez, también, con cuatro pernos, los de la indolencia, la usencia de compromiso, el egoísmo y la intrascendencia, que hemos instalado en nuestra vida". (...)

"Está bien que, llegado el momento, suenen los tambores, las cornetas, todos los metales y la percusión; pero también tiene que sonar el ruido de la maquinaria de las fábricas que deben dar de comer a los trabajadores y a sus familias; está bien que el incienso humee ante los pasos y los altares pero, también, debe humear la actividad industrial para que nuestros jóvenes no desesperen ante un porvenir incierto o inexistente; está bien, muy bien, las oraciones, pero también las reivindicaciones y los posicionamientos que hoy día son obligación moral de todo aquel que se considere seguidor de Jesús y de sus verdaderas enseñanzas, de ese Evangelio de la justicia al que casi nunca se alude en aras, tal vez, de la excesiva mención a la caridad, virtud teologal muy necesaria, pero que, sin embargo, no es un compromiso. La justicia sí lo constituye". (...)

(José Carlos Fernández Moreno. Discurso conmemorativo 1957-2007 de la Hermandad de la Misericordia de San Fernando. Memorial de L años. La voz del cofrade como laico del siglo XXI)

miércoles, 22 de octubre de 2008

Mi relación amor-odio con James Horner

De El niño del pijama de rayas (la película) me llamaron la atención varias cosas cuando la vi en su día. La peregrina idea de hacernos creer que un pequeño de ocho años es capaz de cavar un boquete de tal tamaño en unos cuantos minutos que entra en un campo de concentración (coño, ¿por qué no lo hacían los judíos para escaparse?), que la madre no tiene ni idea de nada de lo que maquina su marido,... Ingenuidades varias (carajotadas, en román paladino) que hacen de la película todo un ejemplo de producto insustancial. Pero lo que más me mantuvo en tensión hasta dar alaridos tras salir del cine y decirlo por activa y por pasiva en estas pasadas semanas en el programa de Paco Martín en Onda Jerez es la banda sonora original, compuesta por James Horner.

Curioso individuo. Compositor, orquestador, director de orquesta,... y plagiador hasta la extenuación. Vaya relación amor-odio que mantengo con uno de los autores de las mejores partituras cinematográficas de los ochenta y noventa.

Horner sonó mucho, y con él su score, con Titanic. Era una banda sonora de bella melodía y, como casi siempre sucede con el compositor norteamericano, de óptima adecuación a las imágenes. Poco más, aunque parezca suficiente, sobre todo cuando la escribió en 1997 y años antes había sido capaz de hacer bandas sonoras francamente superiores a la que compuso para el filme de James Cameron. Que el tío que hizo Gorky Park, Fievel y el nuevo mundo, En busca del valle encantado (vaya canción gloriosa se marca Diana Ross en ella, compuesta por Horner), Buscando a Bobby Fisher, Casper o Braveheart haga Titanic años después, pues como que estupendo para los que apenas les interesan escuchar en las salas de cine y de madrugada en los reproductores de cds hasta rayarlos. A mí no me va a sorprender ni a engañar. Al final, le dieron el Oscar por un indefectible arrastre de estatuillas (que Titanic ganara los mismos galardones que Ben Hur es como para ponerse delante del pelotón de fusilamiento de Senderos de Gloria), pero ya antes se lo había merecido. Por las citadas o por Glory, Mi padre, Cocoon,... verdaderas joyas que hicieron que los aficionados que por entonces contábamos con una veintena de años colocáramos a Horner como el sucesor directo de un John Williams cuyo canto de cisne había sido La lista de Schindler o un John Barry que había dado lo mejor de sí, por citar a los vivos más insignes tras la muerte de los grandes Bernard Herrmann, Miklos Rosza o Jerry Goldsmith.

James Horner comenzó a vender discos como rosquillas y merecido se lo tenía en una época de escasa brillantez compositiva. Aún muchos estamos preguntándonos cómo fue posible que El cartero, de Luis Bacalov, se llevara el Oscar en el año 1996, el mismo en el que competía con Horner, que tenía dos bandas sonoras nominadas de las cinco, Apollo XIII y Braveheart. ¿Quién se acuerda de Bacalov hoy? ¿Y de John Corigliano con El violín rojo en 1999? ¿y de Stephen Warbeck por la pijada imposible de Shakespeare in Love? Rarezas, injusticias y gilipolleces de Hollywood...

Muchos nos divorciamos de Horner hace ya años. El que nos erizó el vello con Leyendas de Pasión o nos ayudó a sumergirnos en la misteriosa abadía de El nombre de la rosa sufrió, desde Las cuatro plumas, una estrepitosa sangría de imaginación y mantiene, desde hace una década, los mismos patrones musicales con una bochornosa reiteración de la que hace gala en El niño del pijama de rayas.

Horner, con todo el dolor de mi corazón, no suele plagiar a los demás. Practica algo aún peor: autoplagiarse. En su composición para la historia de la amistad entre los dos niños escuchamos, durante el entierro de la madre del oficial nazi y en algunas escenas más, las mismas llamadas de trompeta que ya utilizó en Enemigo a las puertas; en otras secuencias, el score es una descarada mezcla de El hombre bicentenario y Una mente maravillosa, que a su vez era ya un calco de aquella. No sólo tenemos ejemplos de autoplagio. Uno de los temas más destacados del filme tiene claras connotaciones de Las Horas, de Philip Glass.

Es sólo un ejemplo, porque las llamadas de trompeta las ha usado en al menos cuatro scores más que yo tenga constancia al ver las películas y/o escuchar los cds de la bso. Y así podríamos seguir, porque con un somero análisis y una sola audición, podremos comprobar la pasmosa similitud de todo lo que está componiendo Horner desde hace ya años.

Estupendo compositor, extraordinario director a tenor de los vídeos que he visto (disfrutar de un concierto suyo en directo es tarea imposible porque no los da), arreglista con gran capacidad, Horner es un ejemplo de cómo la industria de Hollywood devora a sus técnicos en pos de una masificación de proyectos a los que no se les otorga el mimo adecuado, una pieza de una maquinaria de unos tiempos grises para el cine y la música.

lunes, 20 de octubre de 2008

Procesiones devaluadas

Caer en la persistente reiteración de sacar procesiones a la calle devalúa las imágenes y el sentido evangélico que poseen. No son palabras mías, aunque las comparta en su integridad, sino de un director espiritual, un sacerdote nada sospechoso de generar enfrentamientos con las hermandades, dichas hace varias semanas en una mesa durante la celebración de una reunión de una Junta de Gobierno de una cofradía de San Fernando.

He llegado a pensar que existe cierta parte del clero que alienta la proliferación de salidas extraordinarias e inventos para sacar a los titulares de las hermandades a las calles, a la primera de una conmemoración de andar por casa, por el mero hecho de tenernos entretenidos con zarandajas coloristas y así evitar que los cofrades podamos llamar a la conciencia de la Iglesia e incomodarla a la hora de exigir justicia social para los desempleados de cada barrio, de adecuar nuestras creencias y actitudes a los tiempos que corren; en definitiva, a estar cerca del pueblo cristiano, más necesitado que nunca de quien lo defienda con todos los argumentos posibles ante la carencia de trabajo, de dinero para pagar la hipoteca, de libros de texto para los hijos, de especuladores inmobiliarios, de empresarios explotadores,... Al fin y al cabo, no existe institución en el seno de la Iglesia más popular y cercana a los creyentes que las hermandades en el ámbito de determinadas comunidades autónomas como Andalucía, paradójicamente de las más pobres de España.

No encuentro otra explicación a la peligrosa permisividad de la jerarquía eclesiástica ante tanta solicitud de procesiones repartidas durante todo el año. Me dicen los que prefieren una llana lectura del asunto que "los templos están vacíos y se agarran a lo que saben que les trae gente, es decir, a las cofradías, y lo que pidan", pero me resisto a pensar que semejante planteamiento pueda ser cierto.

No sólo los sacerdotes y los obispos se deben de estar dando cuenta de lo que sucede y aparentemente no intervienen, sino que los cofrades sobre los que realmente se sustentan las hermandades -personas cabales que han dedicado décadas de su vida a esta devoción -que no afición-, cargos anónimos de Juntas de Gobierno, jóvenes sólidamente formados en las antiguas Juntas Auxiliares,...- tienen que comenzar a reclamar la necesaria cordura que acabe con tanto aficionado en la calle sacando pasos, tanto utilizador de imágenes para refregar por las narices de sus teóricos hermanos en la fe la calidad de unos bordados, tanto histriónico gritón y amanerado formando bullas delante de los pasos, tanto rapsoda cursi y barato de estrados saturados, tanto rebotado de hermandades que les dan por fundar otras o emplear alguna imagen semiolvidada en una esquina para ensombrecer a su antigua cofradía y tanto niño jugando a cargador.

La pertinaz existencia de procesiones en la calle está convirtiendo lo que era una manifestación de fe en un rosario continuado de cortejos más o menos acertados en cuanto a estética floral, disposición de atributos, trajes de comercios caros sobre los que lucen medallas y manos que sujetan pértigas de refinada orfebrería repujada, bandas de afinados instrumentos, hasta formar un conjunto de cierta armonía -en algunos casos, no obstante, auténticos mamarrachos- absolutamente vacuos y cuyo sentido religioso y evangélico brilla por su ausencia.

El fenómeno del aficionado a las procesiones ha contagiado a un buen sector de la juventud cofrade que, lejos de evitar polemizar en foros de acceso público para no contribuir aún más al desgaste de las hermandades que sus oponentes ajenos se encargaron de comenzar, azuzan las descalificaciones personales, llegan a evitarse el saludo por un quítame allá una vela de un color, una túnica de un bordado en una esquina, un cargo o un asunto personal escondido y sazonado con la envidia y el rencor. Los jóvenes cofrades, en un porcentaje que comienza a ser muy preocupante, discuten hasta extremos más propios de fanáticos sectarios sobre cómo cargar un paso, se afanan en encontrar un hueco bajo unas andas antes que repartir alimentos un sábado por la mañana entre los necesitados del barrio y entregarles una estampa de su titular a una familia modesta, pugnan hasta el insulto y la agresión física por defender otra coronación canónica en la ciudad y les surgen peregrinas ideas de encargar nuevas imágenes, incluso apócrifas, para sacar en procesión en la fecha que quede libre entre tanta saturación. Todo ello con el aliento de los que no son tan jóvenes, máximos responsables de este desmadre, que han fracasado en su orientación cristiana cofrade hacia los que teóricamente deben ser el futuro de las corporaciones nazarenas.

Tenemos grandes bordados, nuevos pasos, floristas delicados, primorosos tocados de malla, procesiones magnas cual pasarela Cibeles para próximas fechas, venta patrimonial de cara al turismo de tanto oropel desbocado,... Todo ello, abocado al mayor de los fracasos ante la absoluta carencia de un significado que queda en un anecdótico plano. Y lo peor de todo ello es que la ciudadanía, los fieles que asisten a ver las procesiones, ya comienzan también a estar hartos de tanto jueguecito inconsciente, tanto paso floreado, tanta parihuela de acá para allá, tanta corneta tocando lo mismo y tanto rencor oculto en muchos casos.