jueves, 25 de octubre de 2007

Odiosa comparativa

Aborrezco el debate sobre las similitudes entre El Orfanato y Los Otros. Admito que, tras visionar la película e inconscientemente, la comparativa se produce, pero tenemos todo el tiempo del mundo posterior para reflexionar sobre el regusto que pueda dejarnos la obra de JA Bayona sin recurrir al recuerdo de la (loable) cinta de Amenábar.
Creo además que no es de justicia hacerlo porque si realmente existe algo interesante en El Orfanato es la constante presencia de la mano de Guillermo del Toro, que se ha tomado la producción del filme con la suficiente convicción como para poder haberla firmado como director, aun rodando Bayona secuencias con un estilismo direccional de pocas connotaciones comunes con el realizador mexicano. A fin de cuentas, ¿qué importa eso cuando la presencia de los famosos "monstruos" que siempre acompañan a Del Toro están también presentes en El Orfanato, sazonados con los brillantes ingredientes de su cine?

Se cometió una injusticia cuando aun muchos no lo consideraban un cineasta de altura y, tras presentar El espinazo del diablo, se le acusó de copiar a Amenábar. Como si éste fuera capaz de hacer Cronos o El laberinto del fauno. Ahora se vuelve al fantasma, pero al de la comparativa. Me niego tajantemente, porque en El Orfanato no hay cine deudor nada más que del propio Guillermo del Toro. ¿Quién es Tomás con su rostro oculto tras la capucha, sino aquél púber espectro de El espinazo del diablo? Esos pequeños atrapados en el tiempo, en un espacio que obsesiona al mexicano desde siempre como ya lo dejó claro en Cronos... Si alguien tiene dudas, atiendan a un diálogo en una secuencia de la película de Bayona, convertido en un guiño al filme de Del Toro de 2001, y que forma parte de aquella extraordinaria reflexión de Federico Luppi en voz alta al inicio de aquella joya de cinta: "¿Qué es un fantasma? Un evento terrible, condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá algo muerto, por momentos vivo aún. Un sentimiento suspendido en el tiempo, una fotografía borrosa, un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma. Eso soy yo".

Aclarados los puntos comunes de Del Toro consigo mismo y no con terceros, El Orfanato se convierte en un cúmulo de elementos costumbristas del cine psicológico y de terror hábilmente engarzados para cautivar al espectador en el que destaca su notable envoltorio, hecho con los mimbres de una brillante interpretación o la notable banda sonora de Fernando Velázquez que, tras una veintena de scores intrascendentes, seguramente ocupará un lugar preferencial entre los autores españoles a partir de las notas escritas para este filme. La sucesión de hechos bien trenzados y la atmósfera creada en la última media hora de la cinta, pulcramente encaminada a resolver y aclarar al espectador lo que está sucediendo, es suficiente para estimar la obra de Bayona, pero no para encumbrar una producción demasiado recurrente a los golpes de efecto vulgares tan (mal) utilizados en el cine de terror (toda la secuencia del atropello es lo peor de la película) o la prolongada carrera de la madre por la playa al creer ver a su hijo en la lejanía entre las rocas, por citar sólo dos de los numerosos ejemplos que afloran al pensar en que quizás hay un convencionalismo demasiado barato hacia el espectador poco exigente con vistas a recaudar en taquilla, antes que reflejarse en el espero de un buen cine algo más psicológico pero que el público rechaza en favor de lo fácil. Corren tiempos de poco pensar. E incluso en el cine de terror se piensa. Más de lo que muchos creen.

martes, 23 de octubre de 2007

Carta maldita

Así es una carta de despido enviada al juzgado. Miradla bien. El documento que contempláis con apenas una veintena de lacónicas y frías líneas es el fin de una vida laboral. Es tan temible como un folio membreteado por el servicio de diagnóstico de un hospital, un oncólogo,... al fin y al cabo, esta carta sirve para acabar con tu estabilidad, tu economía, tu modo de vida, la forma de pagar tus deudas o poder comprar al tendero de la esquina o en el hiper.

Una carta que destruye ilusiones y humilla a las personas, millones... El papel del que con su corbata de seda firma una sentencia de muerte sin temblarle el pulso dejando a su suerte a quien nada le queda; la hoja de un cuchillo que cualquier padre de familia con un chiquillo lleva una noche a su hogar, apretada entre dedos que sangran sin saber cómo contarlo a su mujer, a la que tendrá que despertar.

Contempladla bien para que jamás os entreguen una. Yo no soy padre de familia, pero al sujeto que firmó mi despido no le interesaba eso lo más mínimo. Podía haberlo sido y también hubiera huido de darme explicaciones. El sinverguenza que el 6 de agosto me mandó a mi casa con una indemnización de apenas un millón de pesetas tras varios años de arduo trabajo se va del club del que me expulsó en los próximos días, tras la nefasta gestión de su presidente y él como su sicario. Me pregunto si antes de marcharse a Madrid para continuar nadando entre sus millones de euros va a devolverme el empleo que me quitó. Si tras hacer el ridículo en estos tres meses y haberse ahogado en su prepotencia va a subsanar tanto daño hecho a mí, a mi familia, a la gente que me quiere, a mi departamento y a mi club.

Buen viaje de regreso, Moisés Israel. Compra un billete sólo de ida. No vuelvas por aquí o te juro que te encontraré para lanzarte a la cara esa misma carta que me diste, hecha pedazos, mientras aún trato de recuperar el trabajo que me quitaste.

domingo, 14 de octubre de 2007

Todos clones

Para Mariano Rajoy, líder del Partido Popular, la defensa de España debe llevarse a cabo con la misma filosofía que defiende a la hora de apostar por otros conceptos sociales y que convierten a la derecha española y sus adeptos en algo que no es nuevo pero preocupante para una sociedad española fácil de desestabilizar en los tiempos actuales gracias a la instrumentalización de los elementos políticos de discordia como el estado de las autonomías, el sentido de nación, el problema del mileurismo y otros que ustedes tienen en mente en este momento.
El PP y otras corrientes ideológicas españolas se empeñan en hacernos clones a todos los españoles en dos temas de crucial importancia. Primero, en la familia; segundo, en el concepto de defensa de la patria. Y como los digo, haciendo todos los esfuerzos por conseguir que lo hagamos de la misma manera, es decir, aborregados y clonados.

Defendamos la familia frente a las ordas decadentes y escandalosas del PSOE que promulga la destrucción de este concepto permitiendo los matrimonios homosexuales, las parejas de hecho,... Con esta idea tan maniquea, los conservadores vuelven a instrumentalizar la familia. ¿De qué familia habla, señor Rajoy? ¿De la única que usted considera verdadera y que todos tenemos que formar? El líder popular se empeña, con la interesada anuencia de la Iglesia católica, en hacer ver que sólo existe un tipo de familia, utilizando un término además procedente del Derecho Romano y anterior a cualquier concepto religioso perteneciente a la fe cristiana para denostar cualquier unión social que no pase por una vicaría entre un hombre, una mujer y el resultado de uno buen lote de hijos que recen el "Cuatro esquinitas tiene mi cama...".
¿Se atreve alguien a expulsar de la sociedad a una pareja de otra religión o a una unión de hecho con hijos o sin ellos porque "no son familia"? ¿Una madre soltera con su pequeño "no es familia"? Realmente, ¿usted "no es familia" en su domicilio, donde vive convivencialmente con su pareja de manera estable?

Ese concepto interesado de pareja lo ha trasladado el conservadurismo español a la idea de patria. Parece que todos somos más patriotas si sacamos al balcón la bandera roja y gualda. Si no lo hacemos, si no llevamos cinturones en los pantalones con esos colores, tirantes o no estamos de acuerdo en que la futura letra del himno español incluya la palabra "Monarquía", no practicamos el adecuado patriotismo a la carta que nos dicta Rajoy. Y es que si la vida nos enseña algo es que en conceptos tan íntimos como familia y patria, cada uno debe practicarlo como le dicta su conciencia. Así que no trate de decirme cómo debo amar a mi país y mucho menos exigirme que lo exteriorice. Deje a los españoles que lo hagan con su naturalidad, viaje a cualquier lugar del mundo y encuentre a un grupo de paisanos, escúcheles hablar durante un par de minutos y aprenda cómo somos capaces de morder una yugular si alguien insulta a nuestro país. Pero no trate de hacernos comulgar con artificialidades de cara a una galería ya trasnochada, tan caduca y ajena al ciudadano como celebrar el día de nuestra nación al paso de la oca, cuando para eso ya existe la jornada especial de las Fuerzas Armadas.
Qué grato y plácido sería acabar para siempre con tantos artilugios bélicos en las calles de Madrid paseando el 12 de octubre y cambiarlos por concentraciones populares con suelta de palomas blancas de la paz, grupos de música alegrándonos el día y otras opciones que, no me vayan a calificar de iluso, nos unirían alrededor de nuestra España sin sentir el ruido de las cadenas de los tanques ocupar alevosamente el asfalto de la capital de nuestro amada patria...

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Premio escandaloso para Richard Gere

En unos tiempos en los que el cine se ha convertido en un actor secundario para el arte y el buen hacer, aún quedan resquicios que hacen confiar en que tanta vulgaridad es sólo pasajera. Los festivales de cine de relevancia por su calidad en la programación y dedicados durante todo el año a completar una cartelera de siete días en la que se pueda disfrutar de lo más granado del celuloide anual, se convierten en asideros para los que aún tenemos algo de fe en el cine de verdad.
En este sentido, siempre confié en el Festival de San Sebastián. Conocí a Diego Galán, el que fuera su director y alma durante muchos años y le entrevisté en varias ocasiones en mi programa, lo que me hizo conocer algunos aspectos de este evento cinematográfico no desvelados al gran público y, por su trayectoria y galardones, consideré siempre que el festival de Donosti era bastión del buen gusto cinematográfico y uno de los guardianes del glamour con mayúsculas en perfecta conjunción con la calidad. Pero jamás pude imaginarme que terminaría sucumbiendo al comercialismo barato que no creo que San Sebastián necesite, por mucho que sus actuales rectores no parezcan estar de acuerdo con mi reflexión.

Me resulta escandaloso que este año haya sido concedido el premio Donosti a Richard Gere. Desde mediados de la década de los ochenta, el festival entrega esta ilustre distinción a personalidades del mundo del celuloide -directores, actores, técnicos, etc.- considerados como merecedores del galardón por su carrera y su buen hacer. En 1986 se le entregó a Gregory Peck. Desde entonces, la lista es para quitar el hipo. En 2006 se le otorgó al gran Max Von Sydow, en un ejemplo de gran delicadeza por parte de los gestores del festival. En el transcurso de los años, el premio Donosti ha sido recogido por grandes como Bette Davis, Ben Gazzara, Paco Rabal,...

Pero en una clara concesión a la galería y al comercialismo que parece que les ha dado resultado -sesiones fotográficas multitudinarias, chicas despendoladas pidiendo autógrafos y hechos más propios de festivales de segunda fila ansiosos de notoriedad en lugar de consolidados-, el Donosti ha ido a recaer en 2007 en Richard Gere. Craso error y golpe bajo al cine de verdad.

¿Quién puñetas es Richard Gere para recibir uno de los premios de mayor prestigio del mundo del Séptimo Arte? ¿Acaso su registro interpretativo alcanza los niveles de los anteriormente premiados y, como mayor injusticia, supera los que son menospreciados al no recibir este premio? ¿Cómo se puede conceder el premio Donosti a Gere cuando aún no lo tiene Paul Newman, por poner un ejemplo de muchos?

Gere se hizo famoso por su papel hierático en Oficial y caballero. La misma cara, pero con canas ya prodigando en su testa, puso en el éxito fácil de Pretty Woman. Protagonizó aquel espanto de El primer caballero, en el que sólo se salvaba el score de Jerry Goldsmith. En Infiel podíamos haberlo sustituido por cualquier otro actor, y en Asuntos sucios volvió a poner la cara de pintura egipcia, a pesar de ser uno de sus mejores papeles en este semitelefilme en su estética. De Mr. Jones más vale no hablar, y el remake de El Doctor T lo dejaremos para un año de estos. Su número musical con los periodistas como marionetas en Chicago es lo mejor de su carrera, pero el mérito es de Rob Marshall, no de él que no canta una mierda aunque lo intente. Y podemos continuar repasando someramente su filmografía para llegar a la conclusión de que es un actor extremadamente limitado e inmerecedor de este prestigioso galardón. Ni siquiera ha sido capaz de hacer otra cosa por el cine como producir y aún menos dirigir, a diferencia de otros galardonados como De Niro, Al Pacino,...

San Sebastián le debe una disculpa a los amantes del buen cine y los que considerábamos que festivales como este aún sirven para confiar en las cosas bien hechas en el maltrecho mundo del celuloide. Si a ello le añadimos el Premio Nacional de Cinematografía para Alberto Iglesias, creo que debo pensar seriamente en dedicarme a los videojuegos en lugar de algo que era tan maravilloso y que paulatinamente agoniza como es el ¿Séptimo Arte?

domingo, 12 de agosto de 2007

¿Hacia dónde va el Cádiz CF?


La lógica les invitará a ustedes a pensar, al menos en primer término, que las reflexiones que expongo a continuación son fruto del despecho que puedo sentir después de que la nueva directiva del Cádiz Club de Fútbol decidiera prescindir de mis servicios la pasada semana. Con vistas a que reconsideren esa opinión, trataré de ser lo más objetivo posible y evitar así que piensen que mis palabras están sesgadas por la indignación que puede haberme producido dejarme en la mismísima calle laboralmente hablando, tras dos años de desvelos dedicados a construir el departamento de Medios y Comunicación de este conocido club.

No les voy a llorar, descuiden. Pero nadie me va a callar sobre determinadas actuaciones que se están llevando a cabo en estas semanas desde que Antonio Muñoz Vera decidiera vender su paquete mayoritario de acciones del Cádiz CF al grupo liderado por Arturo Baldasano.

En apenas un mes, Moisés Israel Garzón, sicario del que fuera candidato a la Presidencia del Real Madrid para amoldar el club amarillo y azul a las pretensiones del citado grupo, ha sido el ejecutor de una serie de determinaciones conocidas y otras no. En una operación de marketing con sorprendentes decisiones, el altanero pretoriano de Baldasano, como cabeza visible de este grupo acusado en su día de haber comprado votos en las pasadas elecciones del club merengue, ha dado a conocer actuaciones de un sonrojante populismo, encaminadas a meterse en el bolsillo a una afición que ha demonizado a Antonio Muñoz, fruto de una actitud desesperada por la mediocre campaña realizada por su equipo en la pasada temporada, a pesar de finalizar quintos en la tabla clasificatoria. De esta manera, ha nombrado socios de honor del club a varios periodistas amiguetes que en su vida han mantenido relación alguna con el Cádiz o la propia ciudad, cuando ni siquiera grandes aficionados cadistas han recibido jamás tal distinción, algo que en cualquier entidad debe reservarse para personas de especial prestigio y dedicación hacia ella. ¿De honor? ¿Por qué no son socios de honor del Cádiz CF Macarty a título póstumo, exjugadores que lo dieron todo por su equipo, exdirectivos y empleados de otras épocas que sufrieron las amarguras de muchas decisiones disparatadas de directivos de otras épocas? A ello se unen los socios de honor del basket. O la expectación, propia de paletos en los que parecen que nos están convirtiendo, con las camisetas de la equipación para la próxima temporada. O el 'Star System' inventado en el futuro Consejo de Administración con la presencia de Pepe Oneto. Por cierto, me entra un escalofrío al recordar que el periodista era candidato a ocupar el puesto de presidente marioneta de cierto grupo de Madrid que tanto daño le hizo al Cádiz en su día...¿Lo sabían?

Todas estas decisiones y tantas pijadas están haciendo que los aficionados desvíen su mirada más hacia el palco presidencial del club que hacia el césped, donde los fichajes estrella brillan por su ausencia. De nada va a servir que traten de convencerme de que Cristian, Gastón Casas o Dani, por poner tres ejemplos, son mejores a priori que en su día lo eran teóricamente Benjamín, De Paula, César Caneda,... O que García Remón es mejor entrenador que Víctor Espárrago. Así que, por el bien de los altaneros madrileños, espero que tengan la suerte que faltó en temporadas anteriores porque de lo contrario, en el caso de que el Cádiz se sitúe octavo a finales de octubre por ponerles una fecha como ejemplo, veremos cómo reacciona la afición y si Moisés Israel también dice que ascender "está chupado", como se atrevió a decir sin pestañear respecto a contabilizar 18.000 abonados para la nueva temporada. Si tal pretenciosidad la hubiera dicho Muñoz o su directiva hubiera contratado los servicios de García Remón, el escándalo hubiera sido mayúsculo...

Pero todo esto pueden ser nimiedades ante lo verdaderamente preocupante de las decisiones que está tomando el grupo madrileño, ejecutadas personalmente por el personaje de Moisés Israel, redicho, soberbio, de mirada por encima del hombro, sabedor de todo, bajado de la gran capital con infinita preparación para venir a poner orden entre los provincianos borregos como les aseguro que nos considera. Sólo así se explica el trato sufrido por profesionales que hemos caído tratándosenos con el mayor de los desprecios.

José Mata, hasta ahora director general del club durante más de cinco años en los que luchó sin descanso por relanzar al Cádiz económicamente y en la provincia, atrayendo a los empresarios al proyecto amarillo, sufrió durante semanas las mayores humillaciones no contempladas por los aficionados. Reuniones en las que recibió gritos, desprecio a su trabajo, comentarios despectivos,... actitudes impropias hacia una persona que, con virtudes y defectos, se ha desvelado por este club.

Un trato aún peor recibió el responsable de Protocolo del Cádiz, Rafael Rivas, algo que no ha trascendido. Se le rescindió su contrato en una tarde sin apenas poder exponer sus cometidos y sin estudiar su posible recolocación -y la de varios de sus empleados, que ahora irán a la calle- para evitar la pérdida de un puesto que no sólo se dedicaba hasta ahora a atender estupendamente a los invitados al Carranza, sino casi a coordinar las decisiones ya adoptadas para el Centenario del club, entre otras intervenciones. Rivas es un hombre de docta preparación, de exquisita educación, y fue tratado de manera humillante. Algún día se conocerán las palabras que recibió.

Alberto Benito, director deportivo del club hasta junio, se decantó por marcharse al Almería tras ser "invitado", y Olverio Álvarez 'Oli', figura del cadismo, ha sido el último en salir... hasta el momento. Los propios nuevos directivos esgrimen una frase repugnante en un medio de comunicación, relativa a la rescisión del contrato con el que fuera el delantero ovetense que nos llevó a Primera División en Jerez...: "Estuvimos buscando una cláusula de su contrato para poder prescindir de él...". Las formas fueron las mismas: apenas varios minutos y adiós.

De mí qué les digo... Tras ser ignorado durante una semana al regresar de mi operación de un tumor benigno en una parótida, y durante dos semanas de junio redactar alrededor de quinientos folios detallando todo lo que se había realizado en mi departamento en dos años, el sicario madrileño me mostró una carta de despido -naturalmente improcedente, como ellos mismos reconocen- y un cheque a modo de indemnización sin mediar palabra. "Intuyo que no han leído nada de lo que les entregué", les dije a Moisés Israel y al oscuro de Iván Baldasano. Su silencio corroboraba mi afirmación.

Horas después, informaban a los profesionales de mi departamento de que no volvería a funcionar la radio oficial del club por internet, tras más de dos mil pinchazos en cada partido y como nexo de unión con muchos países iberoamericanos, ni El Periódico del Cádiz, producto pionero en el fútbol español en el que tanta ilusión y mimo pusimos cuando lo creamos hace un año, tras seis meses de estudio de su viabilidad, perfectamente saneado y vehículo de llegada a la afición. De la misma manera defenestraron la campaña de abonados por la provincia, determinadas actividades, relaciones con los trabajadores,...

Cuando llegué al Cádiz, dos chavales escribían alguna nota de prensa y hacían una revista obsoleta bajo el hueco de una escalera bajo la que de vez en cuando pasaba fugazmente una rata. Dos años después, el departamento de Medios del Cádiz CF contaba hasta hace un mes con seis periodistas, dos fotógrafos, ocho ordenadores, una redacción, una emisora de radio con un proyecto para una estación por ondas, una web situada en el décimo puesto entre las más vistas de los clubes de la LFP y con nuevo diseño preparado para inicios de esta liga, atención personalizada a la prensa en los viajes del equipo, envío de fotografías con información, y otras actuaciones que, teóricamente no guardan relación con medios propios y prensa, pero que se emprendieron con ilusión desde mi departamento mientras el club crecía: decoración de puertas del estadio Carranza, toda la campaña de abonados para la temporada 2006/2007 "Ahora más que nunca", con 18.000 abonados de verdad e ideada con modestia en mi despacho en una reunión con Antonio Muñoz Tapia -algún día se le reconocerá a él lo mucho que evolucionó el club- y otras tantas cosas previstas con ilusión ahora truncada: el proyecto de TV, esos viajes a Toledo para ver alternativas, esos trabajos de espionaje en otros estadios, esos momentos de distensión celebrando los cumpleaños de cada empleado del club con el Consejo de Administración,...

Mi temor radica en cuántos puestos de trabajo pueden caer por las decisiones de la nueva directiva. Mi tristeza, en cuánto poco han tenido en cuenta lo realizado y mi pregunta, el por qué se destruye, sin respeto, lo edificado en cinco años con resultados positivos en todos los aspectos. Y sobre todo, mi duda es hacia dónde camina este club. Qué van a hacer con el resto de empleados y qué relación van a mantener con aquellos que siempre han permanecido al lado del club. Han destruido el Club de Empresas y aseguran que no quieren saber nada de los propietarios de negocios de Cádiz y provincia que durante estos años han aportado su publicidad al estadio, a cualquier proyecto cadista. Son apartados porque, con sus ínfulas, aseguran que quieren ver, tanto en Carranza como en la revista Nuestro Cádiz (lo único que han dejado vivo en mi departamento y realizado por otras personas), empresas a nivel internacional y que no 'desprestigien'. Como si Millán, Polanco, Autoescuela Las Marismas, etc. fueran nombres para echar por tierra. ¿Provincianos también, señor Israel?

Sólo les pido a los aficionados que se mantengan ojo avizor, y que comprendan que los cambios son necesarios cuando de nuevos proyectos se trata. Pero todo esto huele muy mal. Algún día les contaré los incumplimientos del grupo madrileño con los anteriores gestores y el por qué del bochornoso numerito de julio entre ambos grupos. Mientras, los oropeles no dejan ver realmente las intenciones de esta gente, sobre los que conviene investigar. Y sé de hecho que varios medios están ya comenzando a hacerlo.

jueves, 14 de junio de 2007

Estafadores


Me siento estafado. Y no me digan que debe ser porque voté al PSOE, no prejuzguen porque yo no les he preguntado cuál fue la opción por la que ustedes se decantaron el 27-M. Pero se me ha quedado cara de imbécil. A la de pocos amigos que ya presentaba se ha unido la de otro nuevo rictus.

Se alteró el orden en La Isla. Hemos pasado de las listas más votadas a los listos menos votados. Y de un plumazo. La perversión de la democracia es pactar (Pedemonte dixit), pero cuando se llega el último en la carrera de fondo electoral, nadie ha dicho nada de que Maquiavelo fuera perverso. Aquél que afirmó que el fin justifica los medios terminará siendo representado en una imagen que los populares sacarán en procesión, que para eso está de moda esta práctica, y pasearán por las calles de La Isla como los naranjitos católicos por los boulevares de Belfast, pavoneándose, provocadores, delante de las narices de los timados. Mis narices. Las de usted.

O se pacta o se va el partido a tomar viento, y vayamos de penitencia también delante de Maquiavelo, con túnicas blancas y verdes y cánticos que hablan de libertad para Andalucía, de esperanza, de la necesidad de acabar con las ataduras. Antes muertos que sencillos en los bancos de la oposición, y antes los pactos supramunicipales que lo que realmente necesita San Fernando. Si vamos a morir, más vale hacerlo tarde y no soltar la poltrona. La maté porque era mía. Deben ser cosas de no estar acostumbrados a perder. ¿O sí? ¿Será que toda la vida han sido unos perdedores? Qué apasionante enigma…

Andalucistas y populares gobernarán La Isla durante cuatro años. El mundo al revés, segundos y terceros ven pasar el cadáver de los primeros en cuyos bolsillos asoman 11.091 papeletas de votantes pisoteadas por traidores y manchadas por salteadores. Tu quoque, filii mei! Yo también, sí, por gobernar me da igual tragarme el tranvía, olvidar los numeritos plenarios, los ataques frontales... Sálvame, que soy un náufrago en la política de esta ciudad, antes de que inexorablemente me vaya a pique del todo por mor de las listas que me da por presentar en las elecciones. Pero dénle tiempo, que ya oiremos el SOS y los glú glús...

No sé lo que decidiré dentro de cuatro años. Podemos inventar otra procesión el día de las elecciones para arreglarlo, pero créanme, en La Isla hacen falta menos pasacalles y más calles arregladas para pasar. Puedo también crear un partido abstencionista para darles en las narices a toda esta banda de irrespetuosos, vencería sin duda con los 40.602 isleños que decidieron quedarse en el sofá de su casa, pero no tiene sentido, porque si voto entonces no practicaría la abstención. O me fijo en Jerez, en donde los ciudadanos han castigado tantos pactos y devaneos con una abrumadora mayoría para dejar las cosas claras. Qué cruel dilema se me plantea…

Por lo pronto, se me ocurre mostrar mi más absoluta repugnancia por la monstruosidad firmada por andalucistas y populares. Y más vale que no procesionen con Maquiavelo. O mejor, ni siquiera salgan a la calle, porque en la propia toma de posesión se pueden encontrar a todo un pueblo ejerciendo, frente al búnker en el que se van a refugiar de la Casa de la Cultura, su legítimo derecho a denunciar tamaño mercadeo que está dilapidando tanto esfuerzo y años de consolidación democrática.

miércoles, 14 de marzo de 2007

La vida de los otros


Los alemanes son unos señores muy serios que cuesta trabajo pedirles fuego porque te imponen respeto hasta en el ascensor. Eso lo sabemos todos. A mí ese carácter me gusta, a pesar de que me parecen sumamente aburridos cuando en julio -antes de viajar al Congreso de Música de Cine de Úbeda- los tengo en un chalet anexo al que veraneo durante unos días y a las ocho de la tarde ya están levantando la sábana de la cama para dormir. No es que me dedique a husmear entre los setos que dividen ambas parcelas como si fuera el hermano de Emma Penella en Aquí no hay quien viva, sino que resulta evidente. No oyes nada y están dentro porque el coche lo tienen aparcado en la puerta, las luces están encendidas, uno de ellos decide despendolarse y lee una revista en una mecedora en el porche, que ya es para ellos a esa hora como ir a la Punta de San Felipe en Cádiz pasadas las cinco de la madrugada...

Lo que les venía a decir es que esa seriedad aplicada en determinados ámbitos me parece extraordinaria. Por ejemplo, en el cine. No sé si han visto ya La vida de los otros. Háganme caso y vayan. De paso que comprueban el cine serio, sólido, compacto, primitivo quizá en sus maneras pero por ello en estado puro y cómo manejan el tempo narrativo los germanos, también pueden dejar de mirarse el ombligo a la hora de demostrar el desconocimiento cinematográfico existente en España.

Con el filme de Florian Henckel Donnersmarck -que así se llama el director de este filme y no me pregunten qué es lo que ha hecho antes de esta gran película- sucede lo mismo que hace ahora veinte años. Recuerdo que por aquel tiempo se estrenó Mujeres al borde de un ataque de nervios, la ocurrente cinta de Pedro Almodóvar que vino a aportar una necesaria frescura al manido panorama del cine patrio. Claro que eso le importaba tres puñetas al resto de países, pero no lo entendimos y creímos que ya teníamos el Oscar en el bolsillo porque el guión tenía chispa -ríase usted de Billy Wilder y IAL Diamond-, Banderas despuntaba y Rossy de Palma se pegaba casi toda la película dormida, lo cual era de agredecer. Cuando todos pensábamos que el sobre iba a contener el nombre de la cinta del director manchego, apareció en su lugar Pelle el conquistador, que en España no la había visto ni el acomodador de los cines del Palacio de la Prensa de Madrid. Bille August la presentó por Dinamarca antes de venderse a comercialidades como Smilla o La casa de los Espíritus. Aquella obra maestra con Max von Shydow se llevó la estatuilla y los españoles nos quedamos con la cara partida. Eso lo sabía yo, y no me sumo ahora a la fuerza del viento que viene de hechos ya acontencidos. Es que el filme de August era un gran película y lo de Almodóvar una gracia con momentos de cierta brillantez.

La historia se ha repetido dos décadas después, aunque Volver ni siquiera llegó a ser nominada, lo que no dice mucho en favor de esta alabada cinta de Almodóvar, a años luz de la frescura direccional que el cineasta español demostró en obras suyas de verdadera valía como ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Matador (su filme más obsesivamente atrayente) o incluso Hable con ella. Hemos trasladado al cine la paleta euforia que mostramos con la selección española de fútbol cada vez que se juega un Mundial, creyéndonos que vamos a ganarlo o al menos situarnos entre los cuatro primeros, y hemos ensalzado tanto Volver que hemos creído que era la repanocha y Penélope Cruz toda una gran actriz. Pe, sí, ella subiendo la cuesta con cesta en mano rodeada de lugareños que le ofrecen en su caminar productos de la tierra para su restaurante en un ambiente festivo y feliz... Como Bella en The Beauty and the Beast de Disney en la presentación de motivos, con aquel maravilloso tema zarzuelero del comienzo de la película escrito por Alan Menken y ella rodeada de gente del pueblo, visitando la librería, contemplando las ovejitas... Por favor, Pé,...please, señor Almodóvar. Quién le ha visto y quién le ve.

Pues eso, cara partida de nuevo. Pero es que no hay punto de comparación. Y miren que hace tres meses lo comenté en mi círculo de contertulios cinéfilos (palabro odioso), que el cine alemán es mucho cine y que competir con él, igual que con el danés, es sumamente difícil. Aún recuerdo aquellos pies desnudos infantiles desabrigados por una madre desquiciada en aquel búnker antes de asesinar a sus propios hijos; aquellas últimas condecoraciones de un führer con su infinita demencia provocada por su indefectible derrota. ¿A alguien se le han olvidado las secuencias magistrales de El hundimiento? ¿Recuerdan cuando en 1981 irrumpió en el todopoderoso Hollywood Wolfgang Petersen con Das Boot (El submarino)?

Releguen durante unos minutos la estremecedora secuencia de la muerte de los púberes de Goebbels para situar en sus cabezas otras que no deben olvidar jamás y que demuestran a las claras ante qué clase de obra estamos cuando visionamos La vida de los otros: Las lágrimas de Ulrich Müe en un momento de inflexión del filme al oír por sus cascos determinada conversación, la secuencia del comedor con los chistes hacia Honecker, el atropello, el corazón encogido del espectador cuando Dreyman no se baja del automóvil para acercarse al ex capitán de la Stasi rebajado a repartir... No me hagan contarles nada más. Vayan a verla. Y a oírla. Gabriel Yared ya demostró su sensibilidad al hacer scores como El paciente inglés, Mensaje en una botella o Cold Mountain, pero preparen el vello de sus brazos para oír la Sonata de un hombre bueno escrita por el compositor de origen libanés. Nunca me perdonaré que no pudiera asistir a su concierto en Sevilla hace más de una quincena de años. Aún hay tiempo en otra ciudad, en otro lugar, estoy convencido...

martes, 13 de marzo de 2007

Utilizados


Vaya por delante mi profundo respeto a las personas que, de buena fe, manifestaron este pasado sábado su oposición a la medida adoptada por el Gobierno socialista relativa al régimen penitenciario del etarra De Juana Chaos. Cada español tiene la suficiente madurez como para realizar una profunda reflexión al respecto y extraer sus conclusiones. Para algunos, la decisión del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero ha servido para evitar convertir al asesino independentista en un mártir de la causa abertzale. Todo Gobierno medianamente inteligente sabe que un preso de estas características fallecido entre barrotes se suma más en el debe que en el haber de su gestión, por mucho que una buena parte de la ciudadanía prefiera ver muerto a De Juana Chaos antes que vivo y coleando. Para otros, se trata de una concesión a ETA, de un signo de debilidad o de un gesto inútil. Escarmentados por lo sucedido en Barajas recientemente, se preguntan para qué puede servir este signo de flexibilidad si después regresan las bombas. Entre los opositores a la decisión de ZP y su ministro Rubalcaba también están los que argumentan constantemente que la labor policial terminará por exterminar al terrorismo.Aparece entonces la retórica, la manida frase de que "el estado de Derecho acabará con ETA". La misma que se viene empleando desde hace nada menos que treinta años. "Ser fuerte y combatir el terrorismo con los mecanismos....las fuerzas de seguridad del Estado...", frases hechas para cada rueda de prensa posterior a los atentados que vienen a asaltarme de dudas. ¿Los etarras matan menos por la presión "al estilo PP" y su retoricismo o quizás es que los acercamientos negociadores de los últimos años dan sus frutos tan lentamente como resulta obvio en un proceso tan delicado?Soy consciente al hablar de conversaciones a lo largo de estos ejercicios porque de haber entablado un proceso con ETA nadie se ha escapado. El Gobierno de Aznar así lo hizo y en los tiempos de Mayor Oreja como ministro del Interior se acercaron más de setenta presos a las cárceles del País Vasco, por mucho que ahora no deseen recordarlo Rajoy y sus chicos.Se me va la cabeza de una manera espectacular. Yo no quería solucionar "el problema vasco", otra frase hecha y manida. Lo único que deseaba era mostrar mi rechazo a que la bandera de este país se utilice como a cada uno le venga en gana. Durante 40 años de dictadura, Franco hizo suyos los colores de nuestra insignia y los dictadores acostumbran a adulterar la bandera del país en cuestión haciéndola suya. Por eso me da pavor ver cómo existen partidos políticos que se apoderan de nuestra bandera para esgrimir sus argumentos.Exijo al PP, como ciudadano español, que deje de enarbolar nuestra bandera como elemento manipulado para sus reivindicaciones. Que las viera el pasado sábado no es algo que me agrade, pero al menos la manifestación se convocaba bajo el lema "Por España y su unidad" o algo similar muy propio de la derecha, lo que dicho sea de paso me produce grima. Pero no sé porqué las banderas españolas están presentes en la calle Génova la noche de las elecciones, ni en las manifestaciones contra la ley de homosexuales, ni el himno nacional se escucha en las concentraciones de determinada asociación de víctimas del terrorismo. No quiero ver utilizados elementos que están por encima de Zapatero y, afortunadamente, aún más alejados de Rajoy y los reaccionarios de los que se ha rodeado.

lunes, 26 de febrero de 2007

Los indiferentes Oscars 2006


Finalmente tenía que ocurrir. Al menos era de justicia, por mucho que nos duela en nuestro chovinismo más interior. Hasta a mí me causa desazón, pero no podemos mirar hacia otro lado cuando de justicia se trata. Lo digo sobre todo por El laberinto del fauno. Debo ser una de las pocas personas a las que no les estusiasma nada este filme y, aunque conozco a Guillermo del Toro desde hace más de doce años y lo he telefoneado hoy (os pondré una foto en Sitges en 1993 en la que estamos ambos que más vale no mirarla mucho), no era normal considerar que nos encontramos ante una película que mereciera tantos galardones. Como tampoco que Penélope Cruz se llevara una estatuilla a su casa. Y lo que más me satisfizo de la aburridísima ceremonia de anoche, fue ver cómo Babel por fin se queda en el sitio que le corresponde. Y aún así me parece demasiado premio el concedido a Gustavo Santaolalla, que ni por asomo se lo merece, con esa banda sonora tan horrenda para una película que ya escribí hace tiempo resulta ser previsible y de escasa aportación al cine actual. Que Thomas Newman se quede sin premio me parece del todo incomprensible. Disfruten en cuando tengan opción del score de The Good German. Vaya 'revival' de aquellas composiciones de su progenitor Alfred Newman, qué momentos de temas oscuros con deudores pero admirables recordatorios a Bernard Herrmann,... incluso Javier Navarrete debería haber ganado, que ya dio muestras de su talento progresivo en El espinazo del diablo... Pero Santaolalla...Manda narices, ya tiene dos Oscar por dos bazofias. Posee más estatuillas de Hollywood que el mismo Herrmann o Morricone, del que por cierto tengo que reseñar que se le quedó la misma cara que a mí cuando sufrimos la aberración que hizo Celine Dion de su música.

A Ennio Morricone lo conocí en Sevilla en los Encuentros de Música de Cine de 1999. También os pongo una foto para que lo veáis. Seré franco, hablé con él cinco minutos, le entrevisté y desde entonces no he vuelto a verle, no es lo mismo que me ha ocurrido con muchos profesionales del cine con los que sigo teniendo contacto como Del Toro, Imanol Arias o Roque Baños. De aquel encuentro y de algunas reflexiones más bastante fidedignas concluí que Morricone es un malas pulgas. Eso me alegra, ya somos dos. Y hay cosas que le molestan demasiado. Quizá en alguna declaración le ha perdido ciertas dosis de egocentrismo, y eso me gusta menos. Pero después de años criticando que no le hayan dado ya el Oscar -y llevaba razón, viendo los premios concedidos a personajes como Stephen Warbeck o el mismo Santaolalla-, al final tiene uno honorífico y aprovechó en su discurso para dejar bien claro que se cometen muchas injusticias en esto de los Oscar, dedicando el galardón a los que jamás lo obtienen. Que se lo cuenten también a Hitchcock, a Billy Wilder o a Paul Newman, que recibió un Oscar honorífico por El Color del dinero pero le habían negado el pan y la sal incluso en El Buscavidas de Robert Rossen, en la que tiene unos últimos cinco minutos que jamás he visto un nivel interpretativo de ese calibre en mi vida...

Al fin y al cabo, y regresando a este año insustancial, se hizo justicia. Lo mejor era el remake (porque es una copia de un filme oriental, que conste) Infiltrados, a mucha distancia de lo de La Reina y no digamos de cosas como Babel. Quizá se le acercaba a su calidad Diamantes de sangre, pero estaba claro que había que premiar ya al maestro Scorsese que, dejando a un lado aquel tropiezo de Gangsters de Nueva York, ha hecho mucho cine de kilates. Y en actores no sé qué estaban esperando para premiar a Forest Whitaker, ese eterno secundario que ya es grande a pesar de su juventud.
Por cierto: Estoy harto de Jack Nicholson en los Oscar. La culpa no es de él, claro está, sino de quienes les ríen las gracias al mayor histriónico de la historia del cine, con permiso de Klaus Kinski o Gustav Fröhlich. Bueno, este último no sabía lo que iba a evolucionar esto del cine y la interpretación, el pobre...

jueves, 22 de febrero de 2007

Frustración y miedo en TVE


Me quedé sorprendido anoche cuando, aguardando pacientemente frente al televisor, visioné el comunicado que TVE emitió en lugar de la entrevista que Jesús Quintero hizo a José María García. Aquél fondo negro con las letras apareciendo de la zona inferior de la pantalla tenía mala pinta. Tanto que parecía otros tiempos, daba la sensación de que se había cortado la emisión por algún grave motivo y repentinamente iba a aparecer una carta de ajuste con algo de Beethoven o Wagner de fondo. Parece tremendista, pero qué quieren que les diga... Yo sentí ese escalofrío.

Posteriormente reflexioné al respecto. Es obvio que lo primero, tras la sensación de sorpresa, es digerir la frustración del vacío con el que te topas al no saciar el interés que tenía por conocer lo que el periodista deportivo era capaz de soltar por la boca. Después me puse a pensar en algo que me inquietó aún más. Porque me gustaría saber qué piensa Quintero de lo sucedido. Al 'comunicador' (vocablo de moda para evitar la palabra periodista por diversas razones) lo sigo desde hace muchos años, y me resultó chocante verlo proclamando justicia y la necesidad de ser invendible al poder para, en cuestión de segundos, admitir en su programa el mensaje que nos advertía de que lo que había dicho García era de tal calibre que no podía emitirse.

Quizás a Quintero le ha sentado como una patada esta censura que para TVE eufemísticamente será un "ejercicio responsable". De acuerdo, lo habrá sido, aunque es algo que no podemos calibrar porque no se nos ha dado la oportunidad de medir las reflexiones del entrevistado. Pero al fin y al cabo censura. E insisto, me choca. En un programa habitual de entrevistas quizá me hubiera llamado menos la atención semejante decisión con una entrevista, pero en un programa de la filosofía de Quintero... Algo debe estar ahora moviéndose en los despachos de TVE y debe haber un buen pollo montado. Al menos si yo fuera Quintero formaría el expolio, a menos que el 'comunicador' no sea tan consecuente como ha parecido serlo desde siempre.

Ustedes y yo no nos sentamos a ver un programa de Quintero como podemos hacerlo con otros espacios. Sus emisiones están destinadas para los que queremos ver a personas a las que se les desnuda su mente con el permiso correspondiente, a gente incapaz de zafarse de las preguntas de su presentador y, al verse arrinconadas por él y la parafernalia del programa, salir por donde jamás serían capaces de hacerlo en otros programas. Por eso, la entrevista a José María García hubiera sido sumamente interesante, y no lo digo como opinador político, social o ciudadano al que formar en ideologías, sino como simple y mero espectador.

Es probable que TVE haya sido cobarde y piense que las querellas les va a llover con las declaraciones de García. Pero la emisora que se pavonea de tener un programa como el de la naturaleza de Quintero debe admitir esos riesgos. Además, seguramente las demandas hubieran ido contra el entrevistado. Eso me es indiferente. Lo que no es de recibo, y discúlpame Jesús, es entrevistar supuestamente a Tita Cervera haciendo ver que no acude al programa porque no le viene en gana, e instantes después decir que el que viene no sale porque ha dicho de todo por su boca. Y en un gesto papista, ofrecer un minuto de García despotricando del director general de TVE.

Por cierto... ¿Qué medio va a telefonear a José María García para que diga su opinión? Si es una radio, ¿me dicen cuál para oírla? Porque esa es la segunda parte de esta agria polémica...

miércoles, 21 de febrero de 2007

Málaga (1)

Pues sí, es cierto... Me quedé dormido en el cine viendo lo de Kubrick aquél día, como especifica una lectora de este blog a la que le agradezco su participación.

Desconozco cómo lo sabes, quizá me escuchaste en la radio lanzando improperios sobre aquellos 140 minutos de grandes lagunas de un Kubrick crepuscular en el sentido más peyorativo de la palabra. La sufrí en Málaga, varias horas después de asistir al estreno de Locos en Alabama en el primer pase que se llevó a cabo para la prensa. El director de aquella cosa que es El Resplandor casi me fastidia el día.

Viajé a Málaga invitado por la productora de la cinta de Antonio Banderas y a las nueve de la mañana, como en un festival de cine de esos que te engulles seis películas diarias, estaba sentado en una butaca en el Teatro Cervantes con el buen fotógrafo y mejor amigo Paco Martín esperando con escepticismo la película de Banderas. Me llevé una gratísima impresión. Por cierto, inconmensurable el trabajo de Mark Snow en la música en determinados momentos como el del chico en la piscina boca arriba...

Después de disfrutar de la ópera primera de Banderas compartí con él unos minutos de preguntas y alguna copa de cava con aires de grupo de amigos, éramos apenas ocho periodistas y al final cuatro... Los más jartibles, para variar... Fue cuando el actor malagueño sacó una caja de bombones de no sé dónde y comenzó a repartirlos entre el reducido grupo de personas que nos quedamos y podíamos admirar la belleza de la hija de Tippi Hedren, a la que les aseguro que no le beneficia para nada la pantalla en muchas ocasiones, así que fíjense si merece la pena contemplarla... En fin, buen tipo Banderas, tanto como mal actor. Son dos cosas compatibles...

No creo que lo de Kubrick me provocara sonnoliencia porque me fuera al cine después de comer en uno de esos extraordinarios restaurantes malagueños. Por si existía alguna duda, volví a visionarla una vez regresé a Cádiz y me volvió a parecer un peñazo. Sólo a base de practicar "la letra con sangre entra" y verla varias veces más en dvd (sí, el que trae el estuche dedicado a Kubrick que se comercializó hace ya algunos años) pude concederle ciertos méritos, pero ninguno de peso como para retractarme de mi primigenia opinión.

Eyes Wide Shout casi me fastidia aquel día que había comenzado de manera tan positiva. Banderas haciendo una peli buena en su estreno como director, cercano como pocos y su mujer al lado, varias copas de cava (con lo que me gusta y la que pillé en el festival de Sitges en 1993 con Xavier Catalfall de director del certamen), un opíparo almuerzo y de repente... Ladrillazo de Kubrick. En fin, ya lo dijo Osgood en Con faldas y a lo loco: "Nadie es perfecto".

Ah...¿Por qué el título de este artículo con el de esa maravillosa ciudad y un uno? Sencilla razón: porque me toca hablar de Málaga en varios capítulos, de su festival, de su gente, de su mar, de su belleza.. y dejo para mi intimidad algunos capítulos de mi vida directamente relacionados con la ciudad en la que, de no vivir en Cádiz, me gustaría estar...

jueves, 15 de febrero de 2007

Qué pesado


Mi buen amigo José Luis Porquicho escribió hace varios días un artículo en el periódico Información Cádiz que, independientemente de la satisfacción que me produce, es un paso más para decirle las cosas claras a alguno acostumbrado a pontificar con sus planteamientos para así llamar la atención o simplemente distraer al personal y evitar así que alguien le exija que brame menos y trabaje más por el gremio al que representa.

Porquicho mostraba su enojo por una de las petulancias que escribe Fernando Santiago -presidente de la Asociación de la Prensa gaditana- en Diario de Cádiz, en este caso indicaba que le resultaba francamente injusto que un "periodista de despacho y de viajes VIP" criticara a un chaval que se ha ganado un puesto en Onda Cádiz TV retransmitiendo el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) de Cádiz. Para Santiago, el trabajo de Germán es malo porque, entre otras cosas, no es periodista, no tiene la licenciatura de esta profesión que avale su trabajo, está ocupando un lugar que no le corresponde,...


Miren que es pesado Fernando Santiago, y resulta reconfortante que gente de su gremio le diga ya las cosas a la cara de una vez por todas después de años en los que sólo algunos le hemos dejado claro que su soberbia es tan molesta como su desprecio hacia muchos periodistas que durante años no hemos encontrado quien nos defienda cuando se han producido situaciones de claro abuso empresarial sobre los profesionales de la información, algo muy habitual desde que tuvo lugar, hace ya más de una década, la eclosión de medios de comunicación en la provincia gaditana.


Germán es un chaval que, cuando yo desempeñaba las labores de redactor jefe en Información Cádiz, comenzó a ganarse su pan colaborando con el suplemento carnavalero 'El Gallinero'. Trabajó muy bien y le dieron dos patadas cuando terminó la fiesta, sin que le pagaran un duro. Por entonces no vi a Fernando Santiago interesándose por su situación o si alguien más de la profesión, ya fuera un becario o un periodista consagrado, padecía un trato similar por parte de la empresa que edita ese medio o cualquier otra. El chico ha sido en dos años el ejemplo del tesón hecho persona para hacer lo que le gusta, y ahora ha conseguido ese hueco en la nueva televisión municipal que le reporta algún dinero y le sirve para continuar mejorando. Puede gustarte o desagradarte su modo de presentar tanto como otros, ya sean anónimos o considerados clásicos de la comunicación como Joaquín Prat, que me resultaba insoportable empleando la fórmula machista de preguntar en 'El precio justo' a una participante "¿Y su marido a qué se dedica?". Pero echar por tierra la pertinaz pugna de un chaval por llegar arriba de la manera tan despótica a la que nos tiene acostumbrados Fernando Santiago es algo que sólo hacen las malas personas.


Sí, es pesado el tipo este, con el debate sobre los licenciados en ciencias de la información, a los que tengo muchísimo respeto. Yo no lo soy y me he llevado 18 años en el periodismo, he sido redactor jefe de dos periódicos y posteriormente director de ambos, entre otras cosas. Siempre he dicho que tener esa licenciatura es un logro y que me frustró ver cómo delante de los libros y en edad de aprender muchos fueron capaces de lo que yo no hice. Pero de igual manera o más me congratula ver que los que me superaron en la Universidad no han sido capaces de hacer lo que yo he hecho en los puestos de trabajo que tuve hasta hace año y medio. Si un licenciado es capaz de hacer mejor lo que yo hacía, pues adelante, que me cambien. Pero curiosamente, yo enseñé a muchos titulados a redactar, a tratar las maquetas, a distinguir estilos, me llevé hasta la madrugada corrigiendo muchos disparates, incentivé a licenciados que me aseguraban "estar agobiados" por tener que trabajar los sábados, depuré sus noticias, reportajes, textos en definitiva,... y cuando me marché de mi periódico entre una atronadora ovación que jamás olvidaré, los licenciados aplaudieron más aún si cabe que el resto. Así que el asunto es cuestión, como todo en la vida, de hacer las cosas bien o mal, que son las dos únicas maneras de actuar en todos los ámbitos, no de poseer un título o estar a falto de él.


Qué chocante resulta que Fernando Santiago esté siempre negando el pan y la sal a periodistas no licenciados cuando sorprendentemente tiene en su directiva a un vicepresidente que tampoco tiene título y que suele escribir de cofradías y una serie de miembros con cargos rimbombantes entre los que a alguno/a tuve que rehacer páginas enteras de noche porque los sufrí en mi etapa de director. Otros, obviamente, son brillantes periodistas y también trabajé con ellos. No digo nombres por respetarlos, aunque todos sabemos en Cádiz quién vale y quién no para esto...


Qué desorientador es ver a Fernando Santiago permitiendo que algún periodista no licenciado pero intocable -porque para eso es de Diario de Cádiz- presente sus libros en la sede social de la APC. Hay que tener jeta para criticar a un chico de Onda Cádiz y llevarse años mirando para otro lado cuando las sangrías en los medios de comunicación han sido constantes con los periodistas -licenciados o no-, porque el número de periódicos, radios y televisiones ha crecido, pero en calidad de empleo mejor no hablar. Y eso lo sabemos todos. El problema en el periodismo durante ya más de quince años no ha sido quién tiene título, sino el desamparo sufrido por muchos jóvenes a los que han quemado espectacularmente, a los que se les obliga a escribir pagándoles cuatro horas pero trabajando doce diarias, sin contrato, sin días de libranza regulados, no renovados para no hacerlos fijos, utlizándolos en las emisoras de radio tanto para hacer un magazine en el mercado de abastos como en un programa deportivo provocando precariedades tanto en el empleo como en la calidad informativa ante la falta de especialización de los profesionales...


Yo me quedé esperando a Fernando Santiago y a su patulea durante años. A lo mejor es que no me consideró periodista porque no soy licenciado y, aunque trabajaba con mi equipo catorce horas al día en una redacción y necesitábamos que alguien corporativamente detuviera tanta explotación generada en muchos medios, jamás se dignó a mostrar un mínimo de preocupación. Que ya fuera nombrado director de dos medios y jamás me enviara ni siquiera una fría carta de felicitación era algo que me lo suponía, pero me costaba trabajo comprender que alguien que debía defender los derechos de los periodistas no hubiera en su vida mostrado interés por conocer en qué situación se encontraban redacciones enteras de nuevas generaciones de periodistas, entre los que había algunos que cobraban setenta mil pesetas y sin contrato. Aún hoy hay periodistas brillantísimos y en sus nóminas, arriba a la derecha, en la casilla de categoría laboral, los empresarios les han puesto "auxiliar de redacción", y semejante humillación nadie la denuncia. Y menos el tipo este de la Asociación de la Prensa, que debe estar muy satisfecho organizando pamplinas como viajes a Nueva York en verano (también curioso, con lo izquierdista que dice ser y se va al corazón del capitalismo...), regalando jamones en Navidad a sus colegas o colaborando con eventos culturales como la agónica Muestra Cinematográfica del Atlántico y otras zarandajas que de ninguna de las maneras deben constituirse en prioridades para la APC.


Hace tres años apareció por la redacción del que era mi periódico un enviado de la asociación que preside Santiago tratando de hacer un sondeo entre los redactores para conocer las situaciones profesionales de cada periodista. Ingenuo de mí, creí ver un cambio de actitud, e incluso uno de los profesionales del rotativo le dijo al recién llegado que a él ni le preguntara porque aquello no serviría de nada. Tuve una acalorada discusión con mi redactor porque consideré que quizás la APC estaba progresando en algo. "Tiempo al tiempo, José Carlos", me dijo ese redactor. Pues sí que tenía razón...


Yo, particularmente, estoy harto de este tipo. Que los periodistas decidan lo que quieran, pero tenemos la obligación moral de hacer un llamamiento a los colegas para, entre todos, decirle a Fernando Santiago que "ya está bueno lo bueno", como tuvieron agallas los fotógrafos de prensa de decirle públicamente cuando en una de sus meteduras de pata, los menospreció públicamente y los redactores gráficos -que es lo que son realmente los fotógrafos de periódicos, porque nos cuentan la noticia a través de sus imágenes- le pusieron la cara colorada en una convocatoria de prensa con la presidenta del Parlamento Andaluz.


Así que ya sabes, Fernando: arregla la precariedad laboral, trata a todos por igual, échale una mano a muchos periodistas a los que queman los explotadores, déjate de viajecitos caros, respeta a Germán como lo haces con Ismael Beiro (¿será que a éste no lo critica porque es de Canal Sur, que la gobiernan los socialistas y no quiere morder la mano que le da de comer?) y déjate de falso progresismo. Y "no te meta en ná" cuando hables del Cádiz CF, que en eso me atañe como trabajador del club, que en mi puñetera vida te he visto en el Carranza, porque quizá sea algo demasiado vulgar para tu status. Cuando arregles todo esto, hablamos de títulos colgados en la pared. ¿Hace o no hace?

domingo, 11 de febrero de 2007

No lo entiendo

Debe ser que me he vuelto demasiado escéptico, o quizás cascarrabias. Me resisto a pensar en que la insensibilidad se ha apoderado de mí, pero no encuentro explicación: me aburro soberanamente con el cine que veo desde hace varios años para acá. Y ya lo de los últimos meses, de cara a los próximos Oscar, me provoca la peor sensación que puede mostrar un ser humano hacia algo: la indiferencia. "Nunca subestimes el poder de la indiferencia", se decía en American Beauty...

Yo he sufrido por elegir realmente la mejor película hace años ante la dificultad por escoger, ya que era como hacer la manida pregunta de si quieres más a tu padre o a tu madre. Qué regusto daba ver una y otra vez joyas como La Lista de Schindler, En el nombre del padre o Lo que queda del día hace trece años para decantarte finalmente por una a la hora de concederle tu anónima estatuilla particular. Recuerdo las nominaciones de mediados de los ochenta en las que si no te convencía aquella obra maestra de Sidney Pollack que era Memorias de África tenías detrás El color púrpura de Spielberg; o John Williams competía por el premio con Jerry Goldsmith, James Horner trataba de ganar haciendo doblete en las nominaciones con Apollo XIII Y Braveheart o era difícil decidirse entre JFK, La bella y la bestia, El príncipe de las mareas... Les pongo estos ejemplos para que no me digan que me retrotraigo al cine clásico, que es lo más fácil, y así puedan rememorar lo que sucedió apenas hace unos años, en aquellas sesiones maratonianas que yo radiaba en mi programa Último Estreno y en la que ofrecí entrevistas de lujo para una fiel audiencia, con la participación telefónica de Ivonne Blake, Fernando Trueba, Carlos Pumares,...

Pero ahora el hastío ya es alarmante. Fíjense el panorama: Ahí está Babel, que dicen que es la mejor película del año y seguramente ganará la estatuilla al mejor filme. Qué previsible el disparo de los chicos, que innecesaria la historia de la mexicana, qué aburrida la lentitud con la que están narrados los devaneos de la adolescente oriental,... Qué filme más curioso para verlo un jueves en los multicines El Palillero de Cádiz dentro de Alcances rodeado de progres de izquierda con coches caros y despacharla como si fuera una producción de esas venidas de la gran puñeta con cierto y limitado interés. Pero de eso a ser lo mejor del año... Y Gustavo Santaolalla nominado a mejor banda sonora. ¿Qué banda sonora? Qué cosa más repetitiva y fea, joder...

Tampoco me explico esa euforia desmedida por El laberinto del fauno. Es la peor película de Guillermo del Toro con diferencia. Qué lejos de aquella Cronos, con un impresionante Federico Luppi en busca de la inmortalidad, el mismo que nos impresionaba con..."¿Qué es un fantasma..?" de la brillante El espinazo del diablo. Ahora, con lo del fauno, hace una cinta en la que curiosamente nadie echa en falta al bicho y sus historias cuando desaparece castigando a la pequeña y la película se convierte en un ejercicio pulcro pero nada original de una historia de malos malísimos durante la guerra civil española (¿les suena?). Justamente cuando vuelve a aparecer el fauno ("Te voy a dar otra oportunidad"... manda cojones, el guión) la película tiende nuevamente a aburrir, tanto como aquella historia de la niña entrando en la sala donde se encuentra el ser desojado que mira con las palmas de sus manos y cuya historia más parece un juego de consola (el bicho es clavado a una enfermera del Silent Hill) que a un solvente guión. Y ese militar tan hijoputa, que en el colmo de la ida de olla de Del Toro, lo coloca bajo la lluvia con gabardina y gafas andando como si del mismo Alfred Molina en Spiderman 2 se tratara... Definitivamente, al cineasta mexicano le perdió su amor por el comic. En fin... nada de nada.

Ni siquiera Dreamgirls. Miren que el musical pareció vivir un revival con Moulin Rouge y Chicago. Ambas tenían su talón de Aquiles en el guión, pero eran enormemente resolutivas y visuales. Y varios años después terminamos con esta cosa insustancial... El musical ha muerto. Viva el musical.

Y si ya nominan a Penélope Cruz a mejor actriz, pues apaguemos y démosle a la bebida. Su subida por el pueblo comprando comestibles para su restaurante feliz y admirada por los lugareños es más propia de los minutos iniciales de La Bella y la Bestia que de una película de Almodóvar, que no parece recobrar la senda de las estupendas ¿Qué hecho yo para merecer esto?, Laberinto de pasiones o Matador.

Estoy absolutamente divorciado del cine. Con lo que duele renegar de lo que amas...

jueves, 8 de febrero de 2007

Esperando a la Iglesia

Un coro de Carnaval ha cantado una letra en el Concurso de Agrupaciones del Teatro Falla de Cádiz en la que se expone el lamento de los cofrades por la polémica generada el pasado año con una imagen, la del Cristo Resucitado, que en determinado traslado a un templo la introdujeron en una furgoneta por decreto de un cura, contraviniendo así los deseos de los cofrades, que querían llevar a cabo un traslado oficial y teóricamente devoto.
Se da la circunstancia de que el capataz de uno de los pasos de la archicofradía de La Columna, de la que forma parte como titular Jesucristo Resucitado, es un componente del coro, lo que ha provocado que el padre Enrique Arroyo Camacho, director espiritual de esta hermandad, haya "sugerido" (si es que alguna vez los curas sugieren en lugar de decretar) a la junta de gobierno que procedan a destituir a Javier Bancalero como responsable del palio de la hermandad que procesiona el Martes Santo.

Dicho y hecho. Tras 21 años dirigiendo el paso de la Señora de las Lágrimas, Bancalero ha visto cómo el hermano mayor de la archicofradía le ha comunicado su cese. Las razones son obvias: ha sido partícipe con su canto de una letra crítica hacia la decisión que Arroyo Camacho adoptó en su momento.

Ya tenemos servido el escándalo del Carnaval 2007, aunque el asunto es para analizarlo mucho más fríamente que lo que supone considerarlo como un hecho perteneciente a los avatares morbosos que aporta la fiesta más indiosincrática de la capital gaditana. Porque gestos como los de Arroyo no sólo generan polémica, sino que erosionan la poca fe que ya existe entre el personal, en unos tiempos en los que no está la cosa como para que los curas vayan de gallitos por la vida, y demuestra en este caso que el sacerdote es tan soberbio como torpe. Lo primero es más preocupante para él, porque lo de la prepotencia extrema dicen que es un pecado capital y va a tener que buscar un colega pronto para practicar la confesión, y lo segundo es desasosegador para los que nos consideramos cristianos, por las mismas razones que esgrimí anteriormente: corren malos tiempos para nuestra religión y para colmo de males creamos polémica que, sin decreto sacerdotal, hubiera pasado como una letra más que, dicho sea de paso, me parece extraordinariamente escrita.

Lo que me deja perplejo -aunque cada vez menos- es la rapidez con la que ha actuado Enrique Arroyo. Con lo que la Iglesia dilata en el tiempo decisiones de mayor importancia que afectan a muchas personas (las nulidades matrimoniales constituyen un buen ejemplo), ahora llega y en 24 horas destruye lo que se había forjado durante 21 años, lo hace sin consultas previas con el propio afectado ni su entorno y se queda tan fresco. Como buen jerarca eclesiástico, obviamente. Rechacen sucedáneos, que estamos ante el genuino ejemplo de los que se han dedicado durante 2.000 años a adulterar las enseñanzas de aquel admirable nazareno.

Y digo que me deja perplejo el cura porque me he llevado años esperando que los poderes de la Iglesia actuaran con la misma diligencia cuando los trabajadores de Altadis han perdido sus empleos, más de un millar, en Cádiz, por obra y gracia de una empresa que cuenta por millones de euros sus beneficios sin que nadie le tosa. Que la Junta de Andalucía se venda a Altadis no supone ninguna desazón; que se produzca una sangría laboral en la Bahía de Cádiz y la Iglesia mire para otro lado sí, al menos para los que somos cristianos.

En las manifestaciones de la tacabalera y mujeres cigarreras y luchadoras no vi a ningún cura, ni tampoco en las que durante años se han producido ante los acontecimientos de los Astilleros. En Sevilla también hay fábrica de tabacos, y tampoco he visto a los sacerdotes movilizados. Leí cierta noticia que me produjo una gran tristeza de aquel hermano mayor de las Cigarreras que mostraba su preocupación en un periódico porque, con las expulsiones de trabajadores de Altadis, ahora iban a perder más hermanos y los ingresos por cuotas de hermanos mermarían... Para que vean que en ocasiones los cofrades se contagian de los curas.

Quise ver la misma rapidez con la que se ha decretado la destitución del capataz de Columna a la hora de denunciar la injusticia social que hoy padecen los trabajadores en general, los jóvenes que son ninguneados por empresarios explotadores, el apoyo de los que transitan levitando como otro ejemplo de soberbia por Hospital de Mujeres con los empleados que trabajan 14 horas al día con contratos basura por 650 euros al mes, a las ancianas ahogadas por los especuladores inmobiliarios, a los toxicómanos necesitados de orientación no sólo material sino espiritual, a los homosexuales señalados con el dedo,... Intuí que se obraría muy rápido incluso en aspectos del mundo cofrade en los que hemos perdido el norte, como los fastos de las coronaciones canónicas, los espectáculos coloristas de pases de modelos que son sustituidos por pasos, curas que permiten prebendas a hermandades para pavonearse ante otras porque les ha arreglado la sacristía o un campanario...

No vean la rapidez con la que he esperado que la iglesia se atreva definitivamente a dar a conocer al Jesús más humano y más solidario no sólo para recuperar a los fieles perdidos, sino para entrar a valorar la verdadera raíz del cristianismo, que es la propia figura de Cristo. Lejos de ella, no somos sino como otras tantas religiones pero con pequeños matices e igual de radicales... Quizá es que la curia es la primera a la que no le interesa dar a conocer la realidad del mensaje de Jesús, porque su invento se desplomaría indefectiblemente.

Está visto que tendré que continuar esperando, y conmigo muchos de ustedes. Mientras tomamos asiento, contemplamos el transcurrir de la vida con hechos como los provocados por Arroyo Camacho, que sería feliz quemando en una plaza pública a algunos en lugar de sentarlo a su mesa para compartir el pan con él como así lo indicó el Maestro. ¿Saben quizá cuál es el problema de todo esto? Que muchos de ellos, a pesar del alzacuello, no creen en lo que dicen cada día cuando lanzan su perorata desde el púlpito...

miércoles, 7 de febrero de 2007

Arroz Amargo

A Silvana Mangano la pusieron a recoger arroz como una loca. Tenía su pelo enmarañado y en aquella fotografía a sangre en una página de la enciclopedia de Román Gubern que conservo como mi primera biblia del cine estaba realmente esplendorosa a pesar de las greñas. Quién iba a percatarse de lo desordenado de su cabello si su mirada se dirigía de manera penetrante hacia la derecha donde ya no había libro, sus piernas estaban colocadas tan medidamente como las de Yul Brinner por Cecil B de Mille años después, aunque evidentemente no tan bellas como las de la protagonista de Ojos Negros (qué gran obra crepuscular), y sus curvas desdibujaban una camisa estrecha oscura manchada de manera estratégica...

Aquel filme de Giuseppe de Santis se llamaba Arroz Amargo. Es uno de los nombres más bellos del toda la historia del cine. Real como la vida misma y aplicable a todos los campos. Por eso me pareció un título acertadísimo para el blog que hoy, 7 de enero de 2007, acabo de inaugurar.

Arroz amargo que nos hacen introducirnos en la boca en numerosos momentos de nuestra vida. Pero lo que en este apartado se refleje también se convertirán en cucharadas que harán cambiar el semblante a más de un cabroncete de esos que nos rodean. No vivo remordido por el rencor, aunque lo parezca: vivo enervado por la injusticia, por los que permiten cada día las máscaras de quienes hacen daño, por los catetos que explotan a la gente con el aval que les da tener dinero, por los que no son consecuentes y por los ingratos. Lo decía Pérez Galdós en boca de uno de sus personajes más admirables, el marqués don Rodrigo de Arista: "La villanía se perdona; la ingratitud, jamás".

Sumémosle a todo ello el cine. Aún recuerdo aquel 15 de septiembre de 1989, cuando por vez primera tuve a mi cargo el programa cinematográfico Último Estreno en Radio La Isla, la emisora de la localidad gaditana de San Fernando, que durante tantos años fue punto de referencia en todos sus aspectos y ahora es todo un ejemplo de producto destrozado por un usurero paleto y cebollero. Fueron 16 años de crecimiento, de festivales en Sitges, Málaga, San Sebastián,... de retransmisión de los Oscar, de entrevistas inolvidables, de colaboradores impensables en los albores de mi carrera (Carlos Pumares, gracias por todo...). El cine ha formado parte de mí siempre y he escrito cientos y cientos de artículos y páginas. Jamás les perdonaré que no llegara más lejos en este ámbito por obstaculizarme mi trabajo, por no cuidar mi programa en esa emisora, por menospreciarlo, por no valorar lo que se hacía, por ni siquiera decirme gracias al abandonar ya por hastío al enarbolar la bandera blanca a lo que te obliga la inanición...

Pero de todo ello hablaremos aquí. Y de los medios de comunicación. De la prensa. Fíjense la oferta de radios, periódicos y tv´s a mediados de los ochenta. Y ahora hay un amplio abanico donde escoger. En teoría, claro. Ya lo analizaremos...

Salud a todos y gracias por leer.