jueves, 27 de septiembre de 2012

La Laguna

El barrio de La Laguna de Cádiz es un lugar complicado de definir, de calificar. Sus espacios abiertos, desurbanizados y huertas dieron paso, en las últimas cinco décadas, a construcciones gigantescas, viviendas de gran altura con respecto a la media con la que cuentan las edificaciones de la capital gaditana, y finalmente se ha convertido en uno de los enclaves de mayor densidad de población de toda Europa según se ha constatado en varios informes realizados por expertos. Algo de eso publiqué hace años.

Alguien no hizo los cálculos adecuados, quizá se menospreció la naturaleza imperante en el suelo de esta ubicación gaditana y la expansión de Cádiz tuvo lugar indefectiblemente hacia las zonas aún no pobladas sin que se tuvieran en cuenta los niveles freáticos y otros factores que afectan a un barrio castigado tanto por su estructura en forma de bolsa donde se acumulan las lluvias como por el mar que lo rodea. Yo achiqué agua de manera continuada durante los inviernos que trabajé en el Cádiz CF, junto con el resto de compañeros. Aquello era impresionante.

Precisamente es lo que no llego a comprender, debe ser la edad, mi vejez prematura. Varios negocios del barrio se han ido a hacer puñetas hoy según las declaraciones de sus propietarios y la fotografía que muestro extraída del periódico LA VOZ no está trucada, es real. A la izquierda de la imagen, sin que se aprecie, pero a apenas cinco metros, se ha reconstruido el Estadio Carranza con la aportación de alrededor de 60 millones de euros de administraciones públicas. El club que juega en él sigue recibiendo dinero municipal -lo último aprobado, 600.000 euros- mientras lo que observamos no es un fotograma de la última película de Juan Antonio Bayona. Es la realidad justo al lado de un mamotreto faraónico en un enclave que necesita soluciones que desconozco si valen 60 millones de euros, pero lo que ocurre me recuerda a esas fotos que vemos en otros países en los que las construcciones de los ricos se codean con chabolas como sucede en Brasilia, por poner un ejemplo que sirve para contrastar dos realidades diametralmente distintas, permitidme el símil. A la derecha, la realidad gaditana de miles de personas que ven inundadas sus casas. A la izquierda, el pavoneo producto de un gasto inmoral.

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