lunes, 26 de enero de 2009

Fantasmas

"¿Qué es un fantasma?
Un evento terrible
condenado a repetirse
una y otra vez.
Un instante de dolor.
Quizá algo muerto
por momentos vivo aún.
Un sentimiento suspendido en el tiempo.
Una fotografía borrosa.
Un insecto atrapado en ámbar.
Un fantasma. Eso soy yo."

Federico Luppi, con su extraordinaria y peculiar dicción, da inicio a la película El espinazo del diablo de Guillermo del Toro recitando estas frases que he escrito hoy. Una reflexión sobre el sentido del filme de un director que conocí en el festival de Sitges de hace ya una quincena de años, cuando presentó su maravillosa Cronos, en la que ya contaba con Luppi. Lo digo porque os recomiendo esa película, que en su día apenas tuvo distribución, pero en cualquier video club de cierto gusto la podéis encontrar.

Siempre me ha llamado la atención este texto. Y no sólo por su rezumo de la soledad ni el rabioso lamento extremada y terroríficamente romántico tanto en el contexto de la película como fuera de ella, sino porque me gusta aplicarlo a mucho cretino suelto en ámbitos en los que me he movido (y muevo) desde hace veinte años. Aplicable a amistades falsas, plumillas que defraudan, catetos con poder,...

Fantasmas hay muchos. Nos rodean. Condenados a repetirse una y otra vez en ágapes de intereses y vacíos, figurones de postín que alardean de conocer a todo dios y al final son los dioses del pueblo los que se cachondean de ellos y de su peloteo. Quizá algo muertos, no cabe duda, creen tener habilidad para medrar por escribir petulancias en papel o en internet contando lo que dicen saber y la de gente que aguarda ansiosamente su verbo excátedra. Pero están muertos porque son residuales, suspendidos en el tiempo, fotografías borrosas e insectos atrapados en el ámbar de la corte de los que lo rodean y que los utilizan para el papel de bufón mientras ellos creen ser alguien.

Se dan golpes de pecho defendiendo a los que califican de compañeros por bramar, pero callan muchos 'detalles' por intereses que no cuentan. Eso con unos. Con otros depende de donde venga el viento. A mí con esas a estas alturas. Venga ya...

Se las dan de apuntar lo poco que pides y ni siquiera giran el bolígrafo para sacar la punta porque por el teléfono juegan con ventaja y no ves cómo tiran a la papelera un pequeño y modesto favor. Como si hubieras hecho mal a alguien. Como si ellos hubieran olvidado lo que en su día los defendiste. Se lleva tanto la cobardía de matar al mensajero...

No hay peor mentira que las verdades a medias. O las interesadas. Esas están desvirtuadas y emborronan la fotografía de una fauna alrededor que en ocasiones me repugna.

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